Capítulo 33. 🖤

5.3K 579 330
                                    

Devan

Aproveché que Blair estaba aquí y que habíamos limado asperezas para pedirle un favor si es que me llegaba a pasar algo. En esta vida todo puede pasar y más cuando se es un mafioso al que algunas personas quieren ver muerto, y ese soy yo. Tenía muchos enemigos y me iba a hacer de más el día que matara a Enzo. Era el líder en Chicago de la trata de blancas y tenía muchos socios que se verían afectados cuando su negocio se fuera en picada. Estaba consciente de que lo que hiciera no iba a cambiar en mucho, porque ese negocio no dejaría de existir, pero si podía cambiar la vida de unas cuantas niñas lo haría con gusto.

—Ahora que estás aquí, quiero pedirte un favor —le dije a Blair. Sofí a su lado observando.

—Dime —levantó la mirada hacia mí.

—Estoy metido en algunos problemas —informé —. No sé cómo vaya a terminar todo, espero que bien, pero si no es así entonces...—Alice entró en ese momento en la cocina. La invité a sentarse en uno de los bancos de la isla. Hizo lo que le pedí sin rechistar y se sentó al lado de Blair —. Les quiero pedir a las tres que si algo me pasa cuiden de Alease y Declan.

—No digas eso —se adelantó Sofí —. Por favor no lo digas.

—No quiero apresurarme, pero sabemos que estoy metido en muchos negocios sucios y que algo puede salir mal. En este momento estoy haciendo cosas que me ponen en el ojo de personas malas —solo Alice sabía a qué me refería y no quería entrar en detalles con Blair o Sofí. No quería preocuparlas más de lo que ya estaban de por sí —. Solo les pido que cuiden de ambos, lo van a necesitar —los ojos de Sofí acuosos por las lágrimas que retenía en las esquinas.

—Sabes que lo haremos, Devan —comentó Blair —. No tienes que preocuparte, por eso —le agradecí con una sonrisa que tembló en mis labios.

—Gracias.

—Lo haré con gusto, Devan. Siempre puedes contar conmigo —habló Sofí. Nunca dudé que lo hiciera. Siempre ha sido cómo una madre para Declan y para mí. Estaba seguro de que, si algo me llegara a suceder, ella podía cuidar de Alease cómo lo hizo en su momento con mi hermano y conmigo.

—Dejé unos documentos en la caja fuerte —me dirigí a Alice. Ella sabía todos mis movimientos, sabía lo que hacía y cómo lo hacía —. Sabes la combinación y no tengo que decirte lo que tienes que hacer.

—De acuerdo —fue todo lo que dijo. Ambos estábamos conscientes de que podía pasar cualquier cosa y que en un parpadeo todo puede cambiar.

—Sé que puedo con ustedes para lo que sea —finalicé.

Escuchamos ruidos fuera de la casa y les pedí que se quedaran en la cocina. No sabíamos si alguien quería entrar, pero los perros hubieran ladrado, así que era alguien que conocían. La puerta se encontraba abierta, así que vi el momento en el que Declan entró derrapando el auto. Casi choca con una de las camionetas, bajó apresurado cayendo al suelo. Se veía mal. Estaba mal. Sabía en qué andaba metido porque lo estaba vigilando, aunque él pensaba que lo dejé en el olvido. Nunca lo haría, jamás lo iba a dejar solo, pero mi hermano tenía que aprender a caerse y levantarse solo porque no siempre iba a estar yo para darle la mano y levantarlo del suelo.

—¿Vas a regresar a casa? —me crucé de brazos en el momento que entró a la casa.

Se detuvo de golpe al verme de pie al lado de las escaleras que llevaban a la parte de arriba. Su pecho subió y bajó lentamente. Me miró con un odio que no le había visto nunca desde que nos conocimos cuando él nació y mi padre me llevó al hospital para verlo.

—¿Acaso te importa? —lo miré de arriba abajo y quise arrastrarlo hacia su habitación, quitarle esa ropa y meterlo a la ducha para que se diera un buen baño. Apestaba a alcohol. Cómo si se le hubiera derramado la botella encima y aparte se durmió en meados añejos. ¿Por qué cayó tan lejos y no se quería dar cuenta?

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora