Capítulo 27. 🖤

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Alease

—Otra vez me vas a dejar solito —musitó Archie con voz fingida. Le hubiese creído de no ser porque lo escuché ponerse de acuerdo con alguien para salir esta misma noche. Así que no le creía nada que se sintiera triste porque me iba a ir unos días.

—No te creo nada —metí poca ropa en la maleta, solo lo necesario para los días que estuviéramos en Seattle y después ir a visitar a mis padres. Hablaba con mamá seguido, pero no era lo mismo hablar por videollamada o por teléfono que hacerlo en persona y la verdad es que los extrañaba a ambos —. Ya quedaste con alguien para verse hoy mismo —entornó los ojos.

—Me ofendes, Al —llevó una a su pecho con una mueca fingida de dolor —. Es solo una salida para distraerme y no sentirme tan solito —hizo un puchero. Entorné los ojos y negué con la cabeza.

—Si tú lo dices te voy a creer —revisé por última vez la ropa que llevaría a Seattle, mi cámara y zapatos. Pensé que más podía llevar que me sirviera, pero descarté meter otra cosa dentro de esa pequeña maleta que iba a reventar con una prenda más —. Ayúdame —le pedí.

Archie no dudó en ayudarme a cerrar la maleta, tuve que sentarme arriba de esta para que cerrara porque si no de otra manera no íbamos a poder. Saqué un abrigo que no era muy caliente y unas zapatillas cómodas para nuestro viaje.

—Me traes algo —dijo. Salimos al pasillo, Archie arrastraba la maleta por el suelo —. Un recuerdo, no sé lo que sea —revisé mi bolso, asegurándome de llevar todo y no había olvidado nada.

—¿Qué tipo de recuerdo? —pregunté.

—Puede ser un centro de mesa, algo pequeñito —cuando lo miré encogió un hombro.

—Archie, no eres una señora para que te traiga el centro de mesa —se enserió de inmediato.

—¿Y eso qué? Me puedes traer el centro de mesa y no ser la tía solterona —bufé.

—No prometo nada —le dije, algo que no le gustó —. ¿Cómo me voy a ver robándome el centro de mesa?

—Como la tía solterona —se rio, pero le di un golpe en el brazo que lo hizo callar. Nos detuvimos frente a la puerta, abrí y Devan ya estaba del otro lado.

—Acabo de llegar —dijo. Me miró y después lo hizo con Archie, quien saludaba agitando la mano efusivamente.

—Hola, machote —a Devan no le gustaba ese apodo, pero a mi amigo le gustaba menos que le dijera Archibald así que los dos se tenían que aguantar.

—Hola, Archibald —dijo Devan, serio. Mi amigo empujó la maleta y se cruzó de brazos, molesto.

—No me gustas, Devan, no me gustas nada —señaló.

—¿Sabes? No me importa, Archibald —aquello hizo enojar mucho más a Archie —. ¿Estás lista? —me miró cogiendo la maleta que jaló hacia él.

—Estoy lista, nos podemos ir —giré sobre mis talones para despedirme de Archie.

—Te portas bien y me traes algo —formó la señal de la cruz lo que se me hizo raro en él, pero no dije nada —. Cuídate —miró a Devan —. La cuidas mucho —le advirtió y me miró de nuevo —. Te quiero mucho, Al.

—Y yo te quiero a ti, Archie —me abrazó dejando un beso en mi mejilla.

—Mi niña hermosa —nos separamos y me dejó ir —. Me llamas cuando llegues.

—Lo haré. Pórtate bien —lo señalé con un dedo, sonrió, pero de nada servía pedirle que se portara bien cuando no lo haría. Lo conocía demasiado bien.

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora