Capítulo 28. 🖤

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Alease

Venir a Seattle fue increíble, me sentía libre y plena. Sentía que podía con todo lo que pasaba en mi vida y que las penas eran menos estando lejos de casa, sin la constante culpa de perder a mi amigo por enamorarme de su hermano mayor. Y sí, no debía sentirme culpable por enamorarme de Devan porque no estábamos haciendo nada malo, sin embargo, no dejaba de pensar en Declan y en lo mal que lo estaba pasando por mi culpa. Aunque Devan tenía razón en gran parte, Declan ya no era un niño a quien se le debían pasar sus berrinches, era un adulto que sabía lo que hacía y cómo manejar su vida. El tiempo que lo traté le cogí cariño y llegué a pensar que podríamos llegar a ser grandes amigos, pero él no me veía cómo una amiga cuando yo sí lo veía de esa manera, mientras él quería tener una relación romántica conmigo yo solo podía pensar en su hermano. Quería estar con él, anhelaba pasar tiempo a su lado. ¿Era la culpable por el distanciamiento de los hermanos Hawke?

Abrí los ojos con pereza y lo primero que vi fue a Devan a mi lado. Rodeaba mi cuerpo con uno de sus brazos mientras que el otro lo tenía debajo ya que se encontraba boca abajo. Cogí su mano y observé los tatuajes que cubrían su dorso y dedos, tenía muchos y era difícil encontrar donde empezaba uno y donde terminaba el otro. Casi toda su piel estaba cubierta por tinta negra, solo había pequeños espacios en blanco, muy pequeños espacios en blanco.

—Buenos días —le escuché decir con voz adormilada. Le miré a los ojos y bostezó —. ¿Cómo amaneciste?

—Bien —me acerqué un poco más —. ¿Y tú? —me apretó mucho más a su cuerpo, cómo si no quisiera que existiera ni un milímetro de separación entre nosotros.

—De maravilla, cada que despierto a tu lado es cómo amanecer en el cielo —bromeó. Dejó un casto beso en mi hombro desnudo.

—Y yo me siento en el infierno cada vez que me tocas —abrió los ojos y me miró cómo solo él podía hacerlo. Tenía un poco de perversión y lujuria en aquellos ojos de color azul eléctrico.

—Entonces podemos arder juntos, lyubov —musitó dejando un beso más en mi hombro —. Podemos salir después de medio día, ¿te parece? —le miré y asentí.

—S-sí, me parece buena idea —musité —. ¿En serio quieres ir conmigo y visitar a mis padres? —exhaló y asintió con la cabeza.

—Es importante para ti ver a tus padres entonces es importante para mí —le sonreí.

Cuando quería era el ser más noble y dulce de todo el mundo, eso me gustaba de él, lo lindo que era conmigo, porque con los demás no lo era y eso era más que evidente.

Mi móvil empezó a timbrar quien sabe en qué parte de aquella habitación. La noche anterior bailamos tanto y bebimos que no supe ni cómo llegamos al hotel. Solo arrojé la ropa en el suelo y ahora no sabía dónde estaba mi bolso.

—¿Y mi móvil? —me bajé de la cama rápidamente y tropecé con la ropa, casi caigo al suelo de no ser porque Devan alcanzó a cogerme del brazo. Giré la cabeza para verlo y tenía los ojos abiertos de par en par.

—Cuidado —me soltó de a poco cuando se aseguró que estaba bien. Bajó de la cama. Entre los dos buscamos el móvil, pero fue él quien lo encontró debajo del vestido que había usado la noche anterior.

—Gracias —le sonreí y respondí a la llamada mirando la pantalla, descubriendo que era mi madre quien llamaba. Respondí de inmediato.

—Hola mami —Devan se quedó en la cama revisando su móvil.

Al, ¿estás bien? —su voz se escuchaba entrecortada y rota, melancólica, cómo si hubiera estado llorando. La conocía en demasía cómo para saber cuándo había llorado.

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora