Capítulo 35. 🖤

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Devan

Noté que no la estaba pasando nada bien. La noche anterior bebió mucho y ahora pagaba las consecuencias de haber bebido tanto. Le dije que no lo hiciera, sin embargo, no hizo caso. Se pasó las manos por el cabello y soltó una larga y profunda exhalación que fue perceptible para todos los que nos encontrábamos presentes en ese lugar. La hermana de Dagger la miró de reojo. Se encontraba aquí porque era la mejor en esto y más de una vez había hecho esto teniendo buenos resultados, rescatando a miles de chicas de las manos de asquerosos cómo Enzo.

Miré de nuevo a Alease, quien no se veía nada bien. Tal vez prefería estar en casa que aquí, pero teníamos que hacer esto sí o sí.

—¿Te sientes bien? —le pregunté en un murmuro. Giró la cabeza para verme, aniquilándome con la mirada.

—No, no me siento bien —respondió molesta, con los dientes apretados.

—Puedes subir por unas pastillas, hay unas en el baño

—Gracias, Devan —soltó, molesta. Arthur se acercó a mí.

Alease bufó y cogió un vaso para darle un largo sorbo. Desde que despertó lo hizo con dolor de cabeza por la resaca.

—Te dije que no bebieras tanto —le recordé. Lo único que hizo fue poner los ojos en blanco, rodándolos.

—Ya sé, no me lo tienes que repetir todo el día, ¿sabes? —entornó los ojos.

Arthur acomodaba mi camisa y colocaba una cadena alrededor de mi cuello.

—¿Qué es esto? —preguntó Alease con curiosidad, girando por completo hacia nosotros.

—Esto es una cámara —respondió Arthur.

—¿Una cámara? —indagó —. Eso no parece una cámara.

—Esa es la idea, que no parezca una cámara —del otro lado Edward tecleaba en la computadora. Sus dedos se movían con agilidad sobre las teclas. Lo hacía a una velocidad impresionante que apenas se notaba el movimiento entre tecla y tecla.

—Sigo pensando que es una cadena y ya —encogió uno de sus delgados hombros de manera inocente.

—Es una cámara —insistió el otro. Se apartó y le hizo una seña a Alease para que se acercara.

—A ver —se puso en pie y se acercó a mí. Se agachó para quedar a la altura de la cámara y no conforme se acercó aún más.

—Te puedo ver las pecas —le dijo Edward desde la mesa. Alease se río nerviosa y se apartó.

—Ups —encogió ambos hombros —. Sí, es una cámara —negué sutilmente con la cabeza.

—Ponte la chaqueta —ordenó Arthur. No me quedó más que obedecer.

Cogí la chaqueta que se encontraba colgada en el respaldo de la silla, me la puse y la acomodé sobre mis hombros. Arthur cogió algo de la mesa, era tan pequeño que apenas se notaba entre sus dedos. Se acercó a mí. Detrás de uno de los broches de la chaqueta metió aquel artefacto que cogió con anterioridad.

—¿Y eso qué es? —preguntó de nuevo. Por la manera en la que Arthur bufó y rodó los ojos, creo que lo estaba hartando solo un poco.

—Eso es un micrófono —respondió sereno —. Si te llegan a revisar no se va a notar que llevas una cámara y un micrófono, solo no te pongas nervioso —me pidió. Asentí con la cabeza.

Antes de apartarse se aseguró que ni la cámara ni el micrófono se notaran. Eran tan diminutos que pasaban desapercibidos.

—Edward va a estar grabando todo y lo va a guardar por si algún día lo llegamos a necesitar

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora