Capítulo final. 🖤

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Alease

Observaba la placa frente a mí, las letras eran doradas, desde su nombre y su apellido hasta la fecha en la que nació y cuando falleció.

El aire movía mis cabellos, que de vez en cuando se pegaban a mis labios, los quitaba con dos de mis dedos, agitando la cabeza para que las hebras negras regresaran a su lugar.

Una profunda exhalación abandonó mi boca al mismo tiempo que cogía bien el bolso que tenía frente a mí. Era un día fresco, el aire movía las ramas de los árboles y provocaba que el aroma de las dulces flores se esparciera por todo el lugar.

Habían pasado dos años, desde ese fatídico día y no había momento alguno en el que no pensara en ello. Al día de hoy todavía podía sentir el dolor que me carcomía por dentro, era algo que jamás había sentido y que no quería sentir de nuevo. Ya no iba a poder con una pérdida más. Estaba tan lastimada que una herida más a mi corazón lo rompería por completo.

Algunas personas llegaban con ramos de flores y otras más abandonaron el lugar, algunos llorando y otros más cabizbajos. Ir a un cementerio siempre te pone mal, ya sea porque aún no superas la muerte o porque simplemente no puedes lidiar con nada de eso.

Acomodé el vestido negro que se ceñía a las curvas de mi cuerpo, ya que el viento empezaba a soplar un poco más fuerte. Quería irme ya, no me gustaba estar aquí. Quería estar en mi casa con mis hijos. Miré la placa por última vez y no pude evitar sentir un revuelo en el estómago. El lugar era bonito, de lejos no parecía ser un cementerio, pero eso es lo que pasa cuando tienes el dinero suficiente para pagar un espacio en un lugar como estos.

—¿Todo bien? —Escuché su voz muy cerca de mí. Al voltear lo vi a mi lado, guardando el celular en el bolsillo interno de su abrigo y metiendo una mano en el bolsillo izquierdo.

—Sí —le regalé una sonrisa como él lo hizo instantes atrás —. ¿Nos podemos ir?

Asintió con la cabeza a la vez que se colocaba a mi lado, subió el brazo y rodeó mis hombros con este. Él al igual que yo, miró por última vez la placa frente a nosotros.

Dave Hawke.

Amado padre.

Se leía en la placa.

—Vamos —musitó a la vez que dábamos la vuelta para salir de ahí.

—Gracias por venir conmigo, hacía mucho que no tenía la fuerza para estar aquí —levanté la mirada hacia su rostro.

—Siempre que me necesites voy a estar contigo —apoyé mi cabeza en su pecho a la vez que cogía su mano, entrelazando mis dedos con los suyos.

—Gracias, lyubov.

Sonreí. Amaba cuando me decía así. Yo era su lyubov y él era mi ruso idiota, cruel y sangriento.

Salimos del cementerio y subimos al auto. Devan condujo por algunos minutos para llegar a la casa. Esta había sido reconstruida desde sus cimientos, ya que de ella no había quedado nada, solo escombros, madera hecha cenizas y algunos muros que quedaron manchados de negro.

Nada fue fácil desde ese día, para mí mucho menos para los demás. Devan había matado a sangre fría a Jacob y nunca me dijo cómo es que se había deshecho de él. No quedó nada que buscar ni siquiera un cuerpo al que llorarle, tampoco pregunté mucho. No quería los detalles sangrientos de eso, con solo ver su cuerpo y sus manos cubiertas de sangre me pude dar cuenta que aquello fue algo horrible, tanto para él como para los que tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino.

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora