Alease
-Yo...-mi boca se secó a tal grado que no tenía saliva que pasar por la garganta -. No...es que...-empecé a tartamudear cómo una tonta buscando en la oscuridad al dueño de aquella voz.
¡Mierda! ¡Mierda ¿A dónde me vine a meter?
A la boca de la bestia.
Respondió una voz ronca y firme dentro de mi cabeza.
Entorné los ojos, pero lo único que pude divisar era la silueta de los muebles, la enorme cama y las cortinas que se movían de un lado al otro por la brisa de la noche que entraba por el ventanal.
Para mi sorpresa el dueño de aquella voz se puso de pie, dejando ver su rostro, esa mandíbula cuadrada, esos orbes tan llenos de maldad y perversión. El ogro de hielo. Dueño de esos fanales añil. Se acercaba con pasos lentos y pisadas fuertes. Era tan imponente que me hice chiquita en mi lugar, cómo si nunca hubiera visto a un hombre así, pero este no era cualquier hombre, nada de eso. En este momento yo era la presa y él el cazador. Mis manos se asieron al mueble detrás de mí y quise fundirme con este para desaparecer de su escrutadora mirada.
Tócame, demonios, tócame.
Hazme tuya, aquí y ahora.
Rómpeme cómo una maldita hoja de papel.
Quiero sentirte dentro.
La maldita y alocada Alease deseaba con todas sus fuerzas que este Ogro de hielo, imponente cómo un maldito rascacielos, profanara su cuerpo y su alma.
Pasé saliva cuando lo vi de cuerpo completo frente a mí. Iba ataviado con ropas negras de los pies a la cabeza, su cabello era negro cómo el carbón, hombros anchos que se marcaban por encima del saco negro que llevaba puesto aquella noche. Su mandíbula se marcó más cuando quedamos a tan solo unos centímetros, su mirada iba de un lado al otro, me estaba observando y lo único que quería era salir corriendo, pero no tenía cómo escapar. Sus mejillas y barba estaban perfectamente afeitadas, parecía que lo había hecho por la mañana porque la nariz me picó con el rico aroma de la colonia para después de afeitar.
Su rodilla rozó intencionalmente mi pierna desnuda, el vestido se me había subido unos centímetros dejando ver mi piel. Tal parece que lo hizo con toda la intención de tocarme, aunque sea de esta manera casta.
Tócame con tus grandes manos.
En ese momento supe que ese hombre era lo más hermoso que mis ojos habían visto en toda la vida y aquella palabra era un insulto para semejante espécimen masculino.
-Tú -volví a pasar saliva -. Eres...
-¿Quién eres tú? -ladeó la cabeza, me estaba observando más de lo normal, cómo si hubiera puesto los ojos en su nueva presa a la que no pensaba dejar ir.
Yo seré tu presa, cariño y tú el lobo feroz.
-Mi nombre es Alease Black...tú eres...-mi pulso se aceleró cuando se acercó mucho más y el aroma de su colonia me golpeó las fosas nasales. Dios, olía tan bien. Era una mezcla de alcohol caro, tabaco y peligro.
-Devan Hawke -cuando levantó la mano y se llevó el vaso a la boca me pude dar cuenta del tamaño de sus manos, había ignorado por completo que sostenía un vaso en la mano. Al bajar el brazo sus dedos rozaron mi pierna y aquel contacto envió un rico escalofrío por todo mi cuerpo. Abrí los labios un poco y este gesto no pasó desapercibido para él, porque entornó los ojos en estos más de la cuenta.
-Tu hermano es quien organizó esta fiesta, cierto -asintió con la cabeza sin dejar de mirarme. Lo hacía sin disimulo, provocando que mis mejillas se encendieran, me sentía arder por dentro, era cómo una antorcha que se había encendido para no apagarse jamás. Estaba tan cerca de mí que podía sentir su respiración en mis mejillas, su boca estaba a la altura de mi oreja. Me iba a dar un paro cardiaco si se acercaba más.
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No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)
RomanceHISTORIA EN PROCESO DE EDICIÓN +18 "Él nunca fue el bueno de la historia" Gracias por la hermosa portada a @anjoanmest ♥️