Capítulo 39. 🖤

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Devan

Llegamos al lugar donde Enzo tenía cautivas a esas chicas. Era un lugar grande, de muchos metros de construcción, oculto detrás de la fachada de una fábrica. Bajamos de las camionetas siguiendo a Blake quien sabía más de esto que todos nosotros. Ella era experta rescatando niños y niñas de las garras de este tipo de personas.

Cubrimos nuestros rostros con pasamontañas para que al momento no nos reconocieran. Blake fue la primera en disparar a los hombres que custodiaban la puerta, mientras dos de nuestros hombres se hacían cargo de los otros sujetos que vigilaban los alrededores.

—¡Rodeen el lugar y no dejen que nadie salga! —ordenó Blake —. Sigan todas mis órdenes y no cometan una estupidez —zanjó.

Al menos unos diez hombres se alejaron y rodearon el lugar para que Enzo o alguno de sus hombres no pudieran escapar. Si se atrevían a poner un pie fuera de este lugar, lo único que quedaría de ellos sería un cuerpo lleno de balas.

Nos acercamos a la puerta y esta fue derribada por uno de los hombres del padre de Blair. Subimos la escalera. Blake siempre al frente, dirigiendo la operación para que la siguiéramos solo a ella. Terminamos de subir y giramos hacia la izquierda. Al ver un pasillo se les hizo una señal a los hombres que venían atrás para que se quedaran en su lugar. Blake avanzó y antes de dar la vuelta hacia la derecha se pegó a la pared.

Nos hizo una seña diciendo que había un hombre al final del pasillo, pero antes de que llegara a ella sacó una navaja dentro de sus botas y su pantalón. Guardó el arma y se acercó al hombre, derribándolo al suelo y enterrando la navaja en su cuello. La sangre salpicó el suelo. Me acerqué a ella y le ayudé a retirar el cuerpo hacia un lado.

—Eres rápida —le dije. Dejamos el cuerpo a un lado, donde nadie lo pudiera ver tan fácilmente. Aunque la mancha de sangre nos delataba.

—Siempre tienes que ser rápido —nos escondimos de nuevo cuando la puerta metálica se abrió. Le hice una seña a uno de los hombres que portaba una metralleta y no dudó en usarla en contra de quien sea que estuviera detrás de esa puerta.

Una ráfaga de balas y casquillos fueron disparados. Los vidrios de las ventanas retumbaban, el olor a pólvora se hizo presente en pocos segundos. El hombre avanzó y esa fue la señal para que los demás lo siguiéramos dejando nuestro lugar seguro y caminando detrás de él.

Nos dimos paso entre una pila de cuerpos que obstruían la puerta.

—Tienen que ir detrás de la cortina —informó Edward, quien estaba viendo todo en las pantallas de sus computadoras.

Blake y yo pasamos a un lado de los cuerpos y entramos a aquella habitación. Blake señaló la cortina con la barbilla. Un horrible escalofrío invadió mi cuerpo. Sentía tanto asco y miedo de que las cosas no fueran a salir cómo las planeamos.

—Detrás hay una puerta que lleva a un pasillo —dijo, Edward.

Hicimos la cortina a un lado, tal y como lo dijo Edward, había una puerta de madera, desgastada y mal pintada. Cogí el picaporte y empujé la puerta dejando que Blake pasara primero.

El pasillo se encontraba semi oscuro y solitario. Solo dos bombillas que apenas iluminaban a nuestro paso. Una de ellas tintineaba a punto de fundirse. Nos pegamos a la pared, alertas a lo que sea que pudiera pasar.

—Esto es muy raro —habló Blake.

—¿Por qué? —le pregunté.

—Parece que aquí no hay nadie.

—Se me hace raro también —Dijo Edward del otro lado. Negué con la cabeza.

Giramos hacia la izquierda, donde nos encontramos con otro pasillo, sin embargo, este era más corto que el anterior, al final de este solo una puerta y arriba de esta colgaba una bombilla. Nos acercamos con cuidado. El sujeto que iba adelante de nosotros giró el picaporte de la puerta y fue en ese momento que se produjo un estallido que nos hizo volar por el cielo arrogándonos contra el duro suelo de concreto. Mi cuerpo se impactó contra la pared y un horrible dolor le siguió al golpe, me dolía la espalda y ardía cómo mil infiernos. Una nube de polvo se levantó en pocos segundos impidiendo que pudiera ver lo que había frente a mí. Tosí y busqué a nuestros hombres, a Blake y el sujeto que abrió la puerta. Intenté ponerme de pie, me dolía todo el cuerpo, pero aun así me levanté del suelo. Frente a mí yacían dos cuerpos con el rostro desfigurado. Trozos de carne y huesos en el sueño. El polvo se empezó a disipar poco a poco.

No te acerques a Devan Hawke (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora