Epílogo.

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Algunas semanas después.

-Princesa, Luna, estamos listos. Cuándo usted lo ordene– Dijo un guardia unicornio de armadura dorada, estando acompañado de otros tres de sus compañeros unicornios igual que él mientras rodeaban lo que era un extraño cristal de color rojizo con forma de daga que se hallaba colocado en medio de una habitación vacía con algunas antorchas en los muros, en los niveles inferiores del castillo de Canterlot, siendo observados por la princesa de la noche quién mantenía una expresión sería, y dio un leve asentimiento para que ellos prosiguieran con su trabajo.

Acto seguido, los cuatro guardias iluminaron sus cuernos con magia y dispararon al mismo tiempo al cristal en el suelo. Los rayos de todos parecieron haber dado a su objetivo, generando una pequeña corriente de aire que casi apagó las antorchas, y un fuerte resplandor llenó todo el lugar. Sin embargo, cuando todos miraron el lugar en donde estaba, el cristal seguía intacto y solo una mancha de color negro y humeante había impregnada en el piso, debajo de este.

-¿Pero qué-?– Preguntó el mismo guardia, bastante sorprendido– Esto es imposible. Es la tercera vez que lanzamos nuestros hechizos más poderosos y esa cosa sigue intacta. ¿Pero qué clase de objeto es con el que el guardián de Equestria se encontró?.

-Luna: Háganse a un lado- Ordenó sin siquiera voltear a ver a nadie con un tono frío en su voz, dando un paso al frente, empezando a hacer brillar su cuerno levemente.

Todos en se momento prensaron que Luna iría a tratar de destruir el cristal por sí misma, y retrocedieron rápidamente al tener ya una idea del poco autocontrol que ella podía tener a veces, pero entonces, los guardias quedaron algo confundidos al ver que Luna, en lugar de hacer lo que creían, tomó aquel cristal en su magia, haciéndolo levitar a la altura de su rostro, y procedió a dar media vuelta para dirigirse hacia la puerta y salir de aquel cuarto mientras se lo llevaba consigo.

-Princesa Luna, ¿Qué es lo que pretende hacer con eso?.

Luna se detuvo en ese instante y respondió mientras aún seguía dándole la espalda.

-Luna: Tal y como vimos, no hay nada que podamos hacer en este momento con respecto a este objeto, por lo que haré que lo resguarden en un sitio seguro hasta que averigüemos cómo deshacernos de el.

Habiendo aclarado las dudas del guardia que prefirió ahorrarse algún otro comentario al escuchar el tono algo frío de su voz, Luna reanudó su camino hacia la salida, pero de repente, un inesperado mareo entorpeció su andar a nada más del primer paso, viéndose obligada recostarse sobre una pared, evitando así el casi caerse.

-¡Mi señora! ¿Se encuentra bien?.

Los tres guardias al ver aquello, al mismo instante corrieron hacia la princesa para ayudarla, pero antes de que pudieran hacer algo, ella volvió a pararse de manera correcta y negó la ayuda sin siquiera voltear a verles la cara, pero con un tono un poco más suave esta vez.

-Luna: Estoy bien. No necesitan preocuparse.

-Pero, princesa Luna...

-Luna: Ya he hablado. Me retiro por el momento. Estaré fuera del castillo atendiendo unos asuntos por algunas horas quizás, así que si algo llegase a suceder en mi ausencia, avísenle inmediatamente a mi hermana.

-Está bien- Dijo el guardia, inclinándose ante ella al igual que sus compañeros- Como usted ordene,su alteza.

Luna entonces desapareció de la vista de todos en un destello de magia, dejándolos con un sentimiento de duda sobre sus palabras. Ella reaparecería en medio de su habitación, sintiéndose todavía algo desequilibrada, pero sacudió un poco su cabeza intentando quitarse de encima esa sensación, y luego caminó fuera de su cuarto para ir en busca de su hermana para hablar sobre el mismo asunto que había mencionado anteriormente a los guardias, además de entregarle el cuerno del Rey Sombra y así ella pudiera encontrar un lugar seguro para resguardarlo, donde nadie podría poner sus cascos sobre él nuevamente.

Vamos Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora