Instintos salvajes: Parte 2.

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(Canterlot: Horas antes de Manehattan)

Era un día tan tranquilo como cualquier otro dentro del castillo, pero como dicta el deber de ser el gobernante de una gran tierra, ni Celestia ni Luna podían darse el lujo de tomar un momento de descanso con tanto trabajo acumulado después de haber faltado a la fiesta de cierto pegaso amigo suyo.

–Celestia: ¿Te encuentras bien, Luna?» Preguntó al notar un ligero sentimiento de molestia en el rostro de su hermana mientras revisaba algunos pergaminos.

Luna, que estaba al lado de su hermana mayor en el trono, se limitó simplemente a voltear a ver a otra parte y responder secamente.

–Luna: No me pasa nada.

–Celestia: Pareces molesta.

–Luna: Pues no lo estoy» Volvió a responder sin regresar la mirada.

Ante la terquedad de la menor de las princesas, a Celestia se le ocurrió algo que quizás podría cambiar las cosas, al mismo tiempo que también tendría la oportunidad de jugar un poco.

–Celestia: ¿Acaso esto se debe al hecho de que besé a Adam el día anterior?» Dijo con una pequeña sonrisa burlesca en su rostro.

Cuando Luna escuchó lo que salió de la boca de su hermana, un extremo sonrojo se marcó por encima de su pelaje oscuro.

–Luna: ¡P-Por supuesto que no!

Una sonrisa aún más larga se marcó en Celestia al haber conseguido que Luna volteara a verla al fin. Pero eso no significaba que se iba a detener ahí.

–Celestia: ¿Estás segura? Pareces muy molesta por eso ahora.

–Luna: Lo que me molesta es el tipo de actitud que mostraste a los demás. ¿Qué hubiera pasado si hubiera habido alguien más además de Twilight Sparkle y sus amigas?.

–Celestia: Hmmm, supongo que tienes razón» Dijo en un tono como si no le importara» ¿O será que hubieras preferido dárselo tú?.

–Luna: ¡Por favor ya basta!» Suplicó tratando de parecer molesta, pero su sonrojo no le permitía a Celestia tomárselo en serio y terminó soltando alguna pequeñas risas» Además... Sabes que, aunque se hubiese tratado de ÉL nuevamente, y así hubiera sido, no tendría el derecho a intentarlo siquiera. No después de lo que hice.

Ante el repentino descenso en el ánimo de Luna, el ala de Celestia se envolvió alrededor de su cuerpo a modo de calmar aquellos sentimientos.

Sin embargo, en ese momento, un guardia entró apresuradamente a la sala del trono, por lo que ambas alicornios tuvieron que separarse, y prestar atención al pegaso de armadura.

–Guardia: Princesas, lamento entrar de esa manera, pero hay algo importante que debo decirles.

–Celestia: Habla, ¿Qué es lo que sucede?.

–Guardia: Tenemos una emergencia en Manehattan.

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(Manehattan: En el presente).

Tanto Adam como Victor se vieron enormemente sorprendidos ante la gran similitud del lagarto con cierta especie alienígena que ambos conocían, pero algo no parecía andar bien con el guardián de Equestria.

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