Trixie

61 La tercer hermana

En el episodio anterior, Janna y Star logran sellar a Eberus dentro del hechizo Goetia. Sin embargo, antes de ser sellado, Eberus llama a Janna con el nombre de Eris, lo cual provoca grandes dudas en Janna.

Después de que Eberus fuera sellado, Janna le pregunta a Eclipsa sobre lo que dijo Eberus, pero Eclipsa no sabe qué responderle hasta que un rayo de luz dorada cae del cielo llevándose a Janna y a Star.

Janna: ¿Qué está pasando?

Star: Tranquila, ya he pasado por esto antes y ya sé lo que viene. Solo cierra los ojos y estarás bien.

Janna y Star continúan viajando en el rayo de luz hasta que finalmente llegan a su destino.

Star: Listo, Janna, ya puedes abrir los ojos.

Janna abre los ojos y se queda impactada al notar que se encontraba en un lugar completamente vacío en el que no se puede notar nada alrededor.

Janna: ¿Qué es este lugar?

Star: Bienvenida al reino de mi madre.

Janna: ¿Tu madre? ¿Y ahora de qué estás hablando, Star?

Star: Oh, claro, nunca te lo dije. Verás, yo soy la reencarnación de Selene, la diosa de la luna, por lo que también soy hija de la diosa Mewni.

Janna: ¿La diosa Mewni? ¿Y ella quién es?

Mewni: Soy yo. Bienvenidas a mi reino.

Star: Mamá Mewni. (Star corre a abrazarla) Me da gusto verte de nuevo.

Mewni: A mí también, Selene. Veo que volviste a derrotar a Eberus.

Star: Bueno, en realidad no lo hice sola. Janna y Eclipsa me ayudaron.

Mewni: Oh, claro. Por eso las traje aquí. Bienvenida a mi reino, Janna Ordonia. O debería decir, bienvenida de vuelta, Eris.

Janna: Muy bien, primero Eberus y ahora usted también me llama así. ¿Puede decirme qué está pasando aquí?

Mewni: Tranquila, te lo explicaré. Pero antes que nada, ¿puedes decirme quién crees tú que es Eris?

Janna: Bueno, según tengo entendido, Eris era la diosa del caos y la discordia de la mitología griega. Ella era muy conocida por generar conflictos en la tierra.

Mewni: Sí, esa era la historia que contaban los humanos en la tierra. Pero lo cierto es que Eris en realidad se trata de mi hija mayor.

Star: Tu hija mayor, pero pensé que solo habías tenido a Eberus y a Selene.

Mewni: Pues verán, en realidad es una larga historia. Todo comenzó desde el mismísimo inicio del universo.

En ese momento, todo el reino de Mewni cambió de forma asemejándose al espacio exterior.

Janna: ¡Wow! ¿Qué es esto?

Mewni: Mi reino tiene la capacidad de crear y convertirse en cualquier cosa que imagines en él, en este caso lo usaré para poder contarles una historia.

Poco después de que Mewni había creado el Universo, éste creó el caos con el que empezó a darle orden a la materia tal y como lo conocemos, pero empezó a sentirse muy sola, por lo que decidió darle personalidad propia al caos, creando así a Eris, su primera hija.

Muy parecido a lo que la mitología decía, la personalidad de Eris no era del todo agradable, pues muy seguido le gustaba causar desastres en la recién formada vida que creaba Mewni en el universo, hasta que todo cambió el día que Mewni creó a Selene y Eberus.

Selene y Eberus fueron creados para mantener el equilibrio entre el bien y el mal en el universo. Sin embargo, tal y como se podría esperar, Eris nunca se llevó bien con Selene debido a sus personalidades tan dispares. Sin embargo, Eberus siempre la vio como alguien a quien seguir y, sin saberlo, fue lentamente corrompido por su influencia caótica, por lo que se reveló para intentar derrocar a Mewni, hasta que Selene y Mewni lograron derrotarlo y desterrarlo. Y en cuanto a Eris, ella también fue desterrada a pesar de que ella nunca tomó partido en la rebelión de Eberus.

A diferencia de Eberus, al que se le mantuvo encerrado por millones de años, Eris simplemente fue desterrada hasta que desapareció misteriosamente sin dejar rastro, hasta que reencarnó en el cuerpo de Janna después del resurgir de Eberus cuando fue derrotado por Star.

Mewni: Y esa es la historia, pequeña. Tú eres la reencarnación de la mayor de mis hijas.

Star: Eso hace que Janna y yo seamos "hermanas".

Mewni: Básicamente.

Janna: Vaya, no sé qué sentir al respecto. Ahora resulta que soy la reencarnación de una diosa.

Star: Te acostumbrarás. Lo importante aquí es que ya logramos derrotar a Eberus y devolver la paz al universo.

Mewni: Me temo que no es tan simple, Selene.

Star: ¿De qué hablas, Mamá Mewni?

Mewni: Eris, cariño, ¿Podrías explicarle de qué se trata el hechizo que usaste para derrotar a Eberus?

Janna: De acuerdo, pero llámenme Janna hasta que me acostumbre a esto de ser la reencarnación de una diosa, por favor.

Mewni: Como quieras, pequeña.

Janna: Pues bien, el hechizo Goetia que mi maestra y yo estuvimos planeando se trata de un hechizo de sellado muy poderoso en el que extraímos la mitad del poder de Eberus para poder encerrarlo en una dimensión fuera del alcance de cualquiera.

Star: Pues eso suena muy bien.

Janna: El problema es que con la otra mitad del poder de Eberus se crearon seis llaves y quien sea que obtenga una de ellas tendrá una parte del poder maligno de Eberus.

Star: Entiendo. Eso significa que tenemos que cuidar las llaves para evitar que surjan amenazas en el futuro.

Janna: Sí, pero eso no es lo peor.

Star: ¿De qué hablas?

Janna: La dimensión en la que Eberus fue encerrado está hecha de poder puro que evita que escape, pero también lo vuelve más poderoso con el paso del tiempo. Y si alguien consigue reunir todas las llaves, podrá liberar a un Eberus con un poder casi invencible.

Mewni: Y es por eso que esta vez tendrán un nuevo reto, mis niñas. Afortunadamente, puedo ayudarlas para que les sea más fácil cuidar de las llaves.

Janna: ¿En serio?

Mewni: Claro, solo deben ejecutar un ritual en el que seis portadores se encarguen de guardar las llaves dentro de sus cuerpos.

Janna: Pero eso no hará que el poseedor de las llaves sea corrompido por el poder oscuro.

Mewni: Para eso será un segundo ritual en el que sellarán las llaves con sangre divina, el cual tendrá que ser renovado cada año.

Star: Los sellos de sangre divina, entiendo, Mamá Mewni. Y no te preocupes, Janna y yo nos aseguraremos de cuidar las llaves.

Mewni: Confío totalmente en ustedes, mis niñas.

Continuará...