❀ 24 - Amigo ❀

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Itachi

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Itachi

Desde esta zona de la ciudad, el panorama me parecía gris, insulso y triste, incluso cuando el sol del amanecer asomaba tras las montañas. Quizás podía definir la vista como un mundo hueco y vacío, tal como me sentía yo desde que entré en este viejo departamento, el que solía ser testigo de mis desdichas y de mi soledad. Para mi desgracia, esa soledad nunca se sintió tan agobiante y asfixiante como ahora; de hecho, en este momento solo una ínfima parte de mi malestar se relacionaba con la soledad, el resto solo podía atribuírselo a Deidara y sus malas decisiones.

Me acurruqué sobre el colchón desnudo, intentando protegerme del frío despiadado únicamente con mi abrigo, pero esa sola prenda no era suficiente para cubrirme el cuerpo completo y estaba muerto de frío, tiritaba de pie a cabeza y me castañeaban los dientes.

Maldije a Deidara otra vez y de paso me maldije a mí por ser imbécil, pude traer una manta o algo por el estilo para pasar la noche. No, mejor dicho, para mudarme aquí, pues si este problema no se solucionaba tendría que volver a vivir en este agujero sumergido en la monotonía, tal como en los viejos tiempos.

No sabía si podría soportarlo.

Mi teléfono vibró a pocos centímetros de mi nariz, estiré una mano hasta él, desbloqueé la pantalla trazando el patrón con mi dedo índice y alzando un poco la cabeza del colchón me fijé en la hora y leí las notificaciones de un vistazo, ignorando todas las llamadas perdidas del rubio con un pinchazo en el pecho.

Ya eran las seis de la mañana y enseguida caí en cuenta de que me había pasado toda la noche despierto, torturándome con lo ocurrido y congelándome poco a poco. No dormí absolutamente nada y ahora estaba muy cansado, física y mentalmente.

La idea de llamar a Kisame y lloriquearle para que me diese el día libre fue una tentación difícil de ignorar. Realmente no me sentía bien y no tenía ganas de trabajar, es más, siendo sincero, no creía que mi intelecto estuviese al nivel que esta investigación requeriría, pues mis pobres neuronas solo podían pensar en la misma persona una y otra vez.

Sin embargo, cuando me fijé en que el mensaje que acababa de recibir era de su parte supe que no podía hacerle eso. Tenía que armarme como pudiese, levantarme de este colchón frío e ir a la estación de policía para encontrarme con él y empezar a trabajar en el caso.

Además, yo también necesitaba distraerme.

Ita, espero no despertarte, pero necesito que vengas para acá en cuánto puedas. El cable no arroja ninguna huella dactilar y no se me ocurre dónde empezar a buscar. Te necesito.

No te preocupes, voy enseguida.

Me senté en la cama y solté un suspiro. Me seguía doliendo la cabeza y estaba seguro de que tenía que ver con la lluvia y con todo lo que lloré por el camino. Ver a ese le imbécil en mi propio departamento fue más de lo que pude asimilar y sin entender cómo me quebré como un idiota y lloré hasta que llegué a este lugar.

El Asesino | ItaDei [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora