❀ 05 - Confesiones ❀

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Itachi

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Itachi

No podía pensar, la cabeza me daba vueltas y ni siquiera sabía qué estaba haciendo. Manejaba vuelto loco, pasándome del límite de velocidad y con unas maniobras horribles porque solo podía pensar en que quería sacarme los recuerdos de la cabeza. Estaban ahí, en el fondo de mi mente, amenazando con devorarme si les daba el pase para hacerlo, esperaban silenciosos para que cediera y así hacerme retroceder todo lo que había avanzado en estos años.

De más está decir que manejar como un idiota no me sirvió para olvidarme de nada porque las memorias seguían tan frescas como cuando ocurrieron. Al contrario, solo conseguí asustarme y ganarme unos merecidos reclamos de los demás conductores cuando de un volantazo casi me estampé con las barras de contención en plena carretera.

Así fue como llegué a mi edificio, temblando de los nervios por el casi accidente, por la noticia que tenía que darle a Deidara, por lo que le dije a Yahiko y por mis propios recuerdos que seguían ahí escondidos.

Subí hasta mi piso en ascensor, aunque siempre tomaba las escaleras. Planeaba ir al apartamento de Deidara enseguida y contarle todo lo que tenía que contarle y para preguntarle otras cosas más. Sin embargo, estaba tan nervioso y fuera de mis casillas que necesitaba llegar a casa, tomar un medicamento o lo que fuera y dormir una siesta. Hace mucho tiempo que no me sentía tan sobrepasado.

Para mi sorpresa, me encontré con el rubio fuera de mi apartamento, con la mano a punto de tocar el timbre. Cuando me vio, me ofreció una sonrisa cordial y yo le devolví el gesto de la mejor forma que pude.

Me preguntaba cómo demonios llegó aquí si yo nunca le había dado mi dirección. De hecho, mis clientes no solían venir a mi departamento porque simplemente nunca los invitaba. Prefería tener las reuniones en cualquier otro lugar.

—Te estaba esperando —comentó en cuánto llegué a su lado y yo simplemente asentí. No se me ocurría qué decir—. Por cierto, fue el oficial quién me dio tu dirección. Solo quería saber cómo iba el caso y no quise molestarte con que fueras a mi casa.

Le hubiera dicho que pudo llamarme por teléfono y evitarme la interacción social que no quería tener, pero no podía ser grosero, así que simplemente abrí la puerta y lo invité dentro.

—Permiso —me dijo limpiándose los pies en el tapete del recibidor y yo caminé hasta la cocina, buscando los benditos medicamentos que casi nunca utilizaba, pero que ahora necesitaba para pensar y armar oraciones coherentes. Se me iba a salir el corazón del pecho.

Revolví toda la alacena, hasta que por fin encontré las malditas píldoras y me tragué una sin siquiera sacar agua para volver con Deidara, quién se había sentado en el sofá y me miraba expectante. Sacudí la cabeza y forcé una media sonrisa.

—¿Quieres un café? —murmuré y él asintió, casi como si le alegrara venir a conversar conmigo. Me sentía peor al saber la mierda que tendría que soltarle en cuánto me preguntara algo sobre el caso—. Dame un segundo.

El Asesino | ItaDei [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora