❀ 04 - Secretos ❀

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Itachi

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Itachi

Salí del edificio en el que vivía mi nuevo cliente, pensando en que no debí aceptar aquel trabajo. Ya tenía suficientes cosas que hacer como para agregarme otro caso más, sobre todo uno como este, en el que claramente había alevosía y premeditación. Generalmente en muertes como estas, solía haber asuntos bastantes turbios detrás. Así que debía tener cuidado.

Saqué la llave de mi coche del bolsillo de mi abrigo y apreté el botoncito del cierre centralizado para dejarme caer en el asiento, mirando al frente y soltando un suspiro cuando el sonido de mi teléfono me sacó de mis cinco minutos de paz. Contesté sin siquiera leer la pantallita porque asumí que era Kisame, como siempre.

—Ita, buenos días —Efectivamente era él, ojalá no tuviera las intenciones de sumarme otro trabajo, ya tenía suficiente—. ¿Cómo te fue en la reunión con el cliente?

—Bien, supongo —Metí la mano en el compartimento entre ambos asientos, buscando algún dulce que me sirviera de desayuno, para mi desgracia no encontré nada—. Me contó algunos detalles, pero no podemos empezar a investigar hasta que no te envíen la carpeta.

—Hablé con el oficial a cargo, dijo que me la enviaría por la tarde —me comentó y yo asentí como si pudiera verme—. Necesito que vayas a un sitio, Ita.

—¿Otro muerto? —murmuré casi que con miedo. Últimamente me sorprendía lo asesina que estaba la sociedad. Por culpa de eso me la pasaba corriendo de un lado a otro.

—Espero que no —contestó y yo cerré los ojos.

—¿Qué significa eso?

—Hace una semana un chico llamó a la policía para reportar a su esposo como desaparecido, solicitó nuestros servicios y yo acepté —Solté un suspiró hastiado y Kisame se rió—. ¡Lo siento! no podía decirle que no, se escuchaba angustiado.

—Está bien —acepté derrotado—. ¿Dónde debo ir?

—Vive en una mansión a la salida sur de la ciudad. El chico me dijo que sería fácil de reconocer, es la única vivienda de esa envergadura.

—Humilde —susurré con sarcasmo y Kisame se rio.

—Me llamas cualquier cosa.

—Vale, nos vemos.

—Adiós.

Corté la llamada y lancé mi teléfono al asiento del copiloto. Tenía la intención de pasar a alguna cafetería a comprar un café y algo para comer, pero sí debía manejar hasta el sur no tendría tiempo para eso. Me resigné a saltarme el desayuno y el almuerzo, y encendí el coche.

Pensé en el chico muerto en el tapete de la entrada de su novio. Su asesinato era muchas cosas, pero por encima de todo, curioso. No era común que los victimarios tomaran los cadáveres y los depositaran en la puerta principal de uno de sus familiares, y mucho menos que le sacaran el corazón, solo era típico de las muertes relacionadas con mafias o gente peligrosa en general y yo no sabía que hubiera de aquellos en la ciudad.

El Asesino | ItaDei [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora