❀ 31 - En la Línea de Fuego ❀

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Itachi

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Itachi

Deidara me miró de arriba abajo, con desconfianza y sin creerse lo que le estaba diciendo. Me daba la sensación de que ya no confiaba en mí y no lo culpaba por eso. Al fin y al cabo, sabía que no estaba actuando de forma normal, ni siquiera mis pensamientos se alineaban a los que solía tener. No lograba enfocarme, no me concentraba ni mucho menos era capaz de reflexionar y analizar la situación para tomar una decisión coherente.

Solo había un pensamiento en mi cabeza y ese se reducía a mantenerlo a salvo, pero estaba tan perdido y distraído que no sabía cómo cumplir ese simple objetivo.

En este momento, mantenerlo al margen fue lo que me pareció más lógico.

—Ita —me llamó a los minutos después, como si hubiera estado pensando en cómo rebatir la respuesta simplona que le di—. ¿No me estás mintiendo?

—No dice nada importante, no te preocupes —le rebatí enseguida sin siquiera pensarlo. No quería inmiscuirlo, no quería ponerlo en riesgo y por lo que Kakuzu había puesto en su estúpida carta, bastaba con que lo mantuviera lejos para que él no le hiciera daño. Después de todo, su objetivo era yo y lo había dejado muy claro.

—Vale —me dijo simplemente y yo solté un suspiro. Tomé mi maleta y la arrastré hasta el sofá, me dejé caer en él y me quedé ahí sentado. Me preguntaba qué se suponía que tenía que hacer ahora.

¿Debería obedecerle a Kakuzu? ¿Debería contarle a Deidara o quizás a Kisame lo que decía la carta?

No lo sabía, Kisame seguramente querría hacerme cambiar de opinión y, aunque probablemente tendría razón por no querer confiar en Kakuzu, me aterraba no obedecerle y que algo terminara mal para Deidara.

Me aterraba que le pasara algo.

—Ita —Levanté la cabeza y lo miré, se había apoyado en la pared frente a mí y me observaba atentamente. Me estaba analizando y lo sabía, pero no tenía claro qué demonios era lo que estaba buscando en mi rostro porque no me quitaba los ojos de encima.

—¿Qué? —murmuré.

—Puedes llevar tus cosas a la habitación si es que quieres —me ofreció y yo respiré hondo antes de contestar.

—Me quedaré aquí en el sofá —No necesité mirarlo para saber que se le había entristecido el rostro con mi respuesta de mierda.

—Vale, nos vemos entonces —susurró y se escabulló hasta el que alguna vez fue el cuarto que compartimos.

Era extraño estar en este apartamento sin estar a su lado. No me sentía como en mi hogar si no eran sus brazos los que me abrazaban ni sus labios los que me besaban. Era extraño tenerlo cerca y sentirlo tan lejos, teniendo conversaciones vacías teñidas de incomodidad, como si fuéramos dos extraños fingiendo una cercanía que no teníamos.

Era extraño saber con certeza que daría mi vida para salvarlo si era necesario, pero al mismo tiempo no poder tenerlo cerca sin sentir que me daría una puñalada por la espalda y me traicionaría otra vez.

El Asesino | ItaDei [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora