❀ 15 - Amistades ❀

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Itachi

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Itachi

Kisame había decidido acompañarme hasta el mismo departamento, así que me siguió hasta el ascensor y nos mantuvimos en silencio mientras subíamos todos los pisos necesarios. Yo seguía sintiéndome un poco mal, pero menos que antes. Supongo que el abrazo de mi amigo me había calmado un poco.

Aunque intenté llevar mi mente lejos del caso, no pude evitar encontrarme pensando en Hidan y en su supuesta culpabilidad. Me daba la sensación de que todo se había solucionado con demasiada facilidad y mi sexto sentido me indicaba que la muerte de Konan, la amiga de Deidara, tenía algo que ver en todo este asunto.

Así fue como un nombre asomó entre mis recuerdos, Kakuzu, uno de los amigos de Deidara que no alcancé a investigar por razones obvias. Supuse que tendría que buscarlo e interrogarlo, lo único que esperaba es que no fuese un loco psicópata como Hidan y que me amenazara con una pistola, ya había tenido suficiente con la bala en el pulmón.

Me extrañé de no ver a Deidara mirando televisión cuando entré al departamento, todo se veía en orden, pero raramente silencioso.

—Ita, ¿estarás bien? —preguntó Kisame y yo asentí con una sonrisa para verme más convincente.

—Si, Kisame —confirmé—. No te preocupes.

—Nos vemos —dijo antes de estrechar mi mano y salir cerrando la puerta detrás de él.

Yo me quedé ahí, mirando la ventana por un buen rato hasta que sacudí la cabeza y salí de mi trance.

Me encaminé hasta la cocina y ahí estaba el rubio, lavando los platos. En cuanto me escuchó, se giró para mirarme y me ofreció una sonrisa amistosa.

—¡Ya llegaste! —exclamó con felicidad.

Claramente estaba contento con lo que había ocurrido entre nosotros y yo también, para que negarlo. Sin embargo, estaba tan estresado y asqueado por el caso y el loco de Hidan, que esa alegría se veía superada y casi que se anulaba.

—¿Pasa algo? —preguntó ante mi silencio prolongado.

—No... —musité acercándome a uno de los muebles y empezando a rebuscar un tazón para prepararme un café.

—¿Cómo te fue en el juicio? —quiso saber y yo me quedé helado.

La taza que sujetaba en mi mano empezó a temblar ligeramente con el movimiento nervioso de mis dedos. Los recuerdos de la sonrisa maquiavélica de Hidan mientras amenazaba con meterme un tiro bailaron en mi mente, incluso llegué a marearme un poco. Deidara pareció notarlo, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a mí, poniendo una mano en mi hombro.

—¿Ita?

—Fue extraño... —solté por fin, cuando volví a sentirme estable.

—¿Hay algo que no te convence? —inquirió leyendo mis gestos nerviosos y yo suspiré mientras le agregaba el agua caliente a mi café.

El Asesino | ItaDei [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora