Deidara
En el ambiente se olía la tristeza, el sol permanecía oculto detrás de las nubes y el único sonido que rompía el funesto silencio era la voz del sacerdote que dedicaba palabras de honor y despedida a quien fue la madre de Itachi, del hombre que estaba a mi lado totalmente quieto e inexpresivo. Roto.
Mi mirada se intercalaba entre el ataúd que se alzaba en el centro de uno de los pedazos de tierra del cementerio y el rostro indiferente de mi azabache. Sin embargo, a pesar de esa ausencia de sentimientos que intentaba plasmar en sus facciones, podía sentir lo devastado que estaba, pues la mano que entrelazaba con la mía temblaba sin parar, sacudiéndose en espasmos nerviosos que no era capaz de detener.
Kisame permanecía un paso detrás de nosotros, apoyando una mano en el hombro de su amigo, dándole un poquito de ánimos de la mejor forma que podía. Me entristecía pensar que ambos éramos lo único que le quedaba, las únicas personas a la que Ita podría llamar familia desde ahora en adelante.
Mi pelilargo se estremeció con más intensidad y el movimiento repentino me sacó de mis pensamientos enseguida. Seguí la trayectoria de su mirada y no demoré en encontrar la razón de la angustia acentuada, empezaban a enterrar a su madre. Solté su mano y me aferré a su brazo, acomodando mi mentón en su hombro y acercando mi mejilla a la suya.
—Estoy contigo —le recordé en un murmullo y él asintió.
Me quedé quieto junto a mi azabache, dejando caricias en su brazo y sosteniéndolo como podía mientras observaba el término del funeral y como la gente iba alejándose del sitio, no sin antes detenerse junto a Itachi para entregarle una serie de condolencias vacías que él respondía de la forma más amable y cordial posible.
«Agradezco su presencia, es muy importante para mí»
Algo me decía que lo que menos quería era seguir respondiendo a esas frases llenas de compasión, que de ser decisión suya solo habríamos estado Kisame y yo haciéndole compañía o que, probablemente, lo único que deseaba era volver a casa para llorar y descansar tranquilo, pero en Itachi siempre reinaba la cortesía por encima de sus deseos personales y esta vez no sería la excepción.
Luego de unos quince minutos de escuchar condolencias, por fin quedamos solos frente a las dos tumbas de la familia del moreno, quien soltó un suspiro ruidoso y apoyó su cabeza en la mía.
Kisame me informó en un susurro que nos esperaría afuera y luego de apretarle el hombro a Itachi a modo de despedida, se encaminó hasta la salida del cementerio, dejándonos a ambos ahí.
—Supongo que Sasuke ya no está solo —musitó Itachi en voz baja luego de unos minutos de silencio, mirando fijamente la sepultura más antigua y pequeña.
«Sasuke Uchiha» leí en la inscripción y enseguida recordé aquel día en el que el pelinegro totalmente ofuscado con mi actitud de mierda, me escupió en la cara que su hermano menor había sido asesinado.
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El Asesino | ItaDei [Editando]
FanfictionUna noche cualquiera, Deidara encuentra el cadáver de su novio en el tapete del recibidor de su apartamento. Durante su vida se ha envuelto con toda clase de personas y sabe que debe vengarse, que lo que le han hecho no puede quedar así. Con ayuda d...