❀ 09 - Verdades ❀

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Itachi

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Itachi

Me sentía mejor, lo suficiente como para ducharme y salir de la casa a trabajar como debí hacer ayer. Me obligué a sentarme frente a la mesa y desayunar algo diferente a café, así que ahí estaba, comiendo un croissant (cortesía de Deidara) y bebiendo una taza de té. No quería que me pasara lo mismo de ayer.

Hoy planeaba ir al apartamento de Deidara a pedirle las direcciones que olvidé pedir ayer y si me alcanzaba el tiempo también quería visitarlas y recopilar toda la información que pudiera. Iba a contrarreloj por más que el rubio me dijera que no me preocupara. Mientras más me demoraba, más lejos podía estar el asesino y sus cómplices si es que tenía alguno.

Y yo no quería fracasar.

Me bebí el último sorbo y me puse de pie de un salto. Claramente hoy podía moverme con fluidez y mis pensamientos también iban a la velocidad adecuada, aunque intentaba no pensar demasiado en lo de mi madre o si no se me iba a ir la productividad a la mierda.

Me subí al coche y eché a andar, apenas había avanzado un par de cuadras cuando la musiquita de mi móvil me sobresaltó.

—¿Hola? —contesté sin siquiera mirar quién llamaba.

—Hola, Ita —era Kisame—. ¿Cómo estás?

—Bien, estoy yendo a casa de Deidara.

—¿No ibas a hacer eso ayer? —indagó y yo puse los ojos en blanco. A veces me estresaba que supiera exactamente qué iba a hacer en cada momento del día. No podía mentirle como me gustaría algunas veces.

—No... —murmuré haciéndome el idiota.

—Bueno, no importa, te llamaba para otra cosa.

—Dime.

—Ayer llamé a la residencia de Mikoto —empezó y yo solté un suspiro. No quería hablar precisamente de eso.

Kisame era algo así como mi hermano en todo el sentido de la palabra. Casi podía decir que se crio con nosotros, con mi madre, con Sasuke y conmigo. Él adoraba a mamá y, a diferencia de mí, solía ir a visitarla en cada momento que podía, así como también tenía el hábito de llamar periódicamente para hablar con ella o saber de su estado.

Yo no hacía nada de eso porque me aterraba.

—¿Sí? —pregunté en un susurro haciéndome el estúpido otra vez, casi pude ver como Kisame ponía los ojos en blanco al otro lado.

—La enfermera me contó que su salud empeoró, que está necesitando más medicamentos y más tratamientos —Me quedé en silencio y lo escuché suspirar—. Estoy seguro de que ya lo sabes, ¿verdad?

—Sí, me informaron ayer...

—¿Te subieron el precio?

—No... —mentí y otra vez lo escuché resoplar.

El Asesino | ItaDei [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora