❀ 07 - Sospechas ❀

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Itachi

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Itachi

Deidara ya se había acabado los croissants y yo lo miraba mientras me bebía mi café. Después de haberle contado lo del corazón, simplemente me cambió el tema y empezó a hablarme de cualquier cosa que se le cruzara por la cabeza; que si el pajarito que bebía agua con azúcar en el balcón o lo buenos que estaban los dulces que le había traído. Yo le respondía con monosílabos porque no se me ocurría qué más decir y porque no entendía de qué iba todo esto.

Hasta que de pronto volvimos al tema inicial.

—Itachi, ya no sé si debería seguir interesado en lo que ocurrió con Sasori —comentó como si no quiere la cosa y yo pestañeé, sorprendido por la seriedad repentina—. Después de todo lo que me enteré, ya no sé si debería continuar con esto.

—¿Quieres mi opinión? —pregunté y él asintió con la cabeza.

—Sí, por eso te lo estoy diciendo.

—Creo que deberías continuar y no te lo digo porque me estés pagando —mencioné y Deidara asintió otra vez—. La verdad es que la forma en la que lo asesinaron es rara y una de mis teorías es que tenga relación con un ajuste de cuentas o algo no muy legal.

—¿A qué te refieres?

—No quiero asustarte, pero algunas veces estas cosas se extienden hasta la familia y personas cercanas —expliqué dejando la taza de café en la mesa ratona—. Creo que lo mejor es continuar con la investigación hasta encontrar al culpable.

—Gracias, Itachi —dijo con una sonrisa y yo asentí.

—No hay de qué, puedes contar conmigo para lo que necesites.

No sé de dónde salió esa última frase, nunca le decía esas cosas a mis clientes, ni a nadie más que a Kisame porque era lo más cercano a un hermano que tenía, pero ahora me salió con naturalidad, como si el contarle una de todas las desgracias de mi vida nos hubiera acercado un poco.

Me sorprendió notar que esa pequeña cercanía no me aterraba como me lo hubiera imaginado.

Me despedí de él con un apretón de manos y bajé al primer piso tomando las escaleras. Paseé mis ojos de un lado a otro, pensando en que quizás alguna pequeña pista pudiera aparecer en estas solitarias escaleras que casi nadie utilizaba. Sin embargo, no había nada fuera de lo normal, ni una mancha que se le hubiera pasado por alto a los de limpieza ni nada que me pudiera llevar al culpable.

Bajé los últimos dos escalones de un salto y me dirigí a la oficina del conserje con mi placa de detective en la mano y una sonrisa amable en los labios.

—¿En qué puedo ayudarle? —me preguntó enseguida. Era un hombre adulto, de unos cincuenta años con el pelo casi blanco y unos ojos gentiles.

—Necesito los registros de las cámaras de seguridad —pedí y él asintió mientras yo anotaba la fecha del asesinato en un trozo de papel que encontré en mi bolsillo—. Toda la noche y la madrugada del siguiente, por favor.

El Asesino | ItaDei [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora