Narra Lourdes

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¿Quién iba a decir que la secundaria iba a ser tan trabajosa? Puff, Mucho estudio, poco tiempo para jugar y encima todos te dicen que tan grande eres para algunas cosas y que tan chico eres para otras.

Ni bien pase al secundario, tuve que cambiar de escuela y me aleje un poco de mis antiguos amigos. Era triste dejarlos ir, pero pronto haría nuevos amigos, supuse y no me equivoque. Para ser exactos tres amigas y un amigo que me acompañarían durante muchos años en la escuela. Pasábamos 5 horas al día juntos pero a pesar de eso, a veces sentía que no los conocía. Una, Ana, vivía cambiando de novio. Tenía las hormonas bastante alteradas a pesar de solo tener 12 años y sus novios superaban incluso los 18. Si su mama supiera, se armaría la tercera guerra mundial porque para ella, su hija era una santa. Nunca supe porque nos volvimos tan cercanas, éramos muy distintas. Después otra, Daniela era muy buena amiga, siempre se podía hablar con ella, aunque no se me daba muy bien hablar de mi. No era el tipo de amiga con la que hablas de tus sentimientos libremente, pero al menos se podían compartir algunas cosas. Otra, Paula era la típica chica alterada que siempre llamaba la atención. Solía gritar mucho y tenia ojos claros por lo que todos la identificaban bien dentro del salón. Pero ella no era de las que querían llamar la atención, todo lo contrario. Después estaba el chico, Valentino. Con él nos llevábamos mejor porque teníamos muchas cosas en común. Hablábamos de juegos de computadora, del programa 1000 maneras de morir, de lo que habíamos visto el fin de semana y hacíamos muchas bromas todo el tiempo. Ambos teníamos las mejores notas del salón pero no nos trataban como nerds, sino como inteligentes. Ahora que lo pienso éramos bastante frikis pero no importaba. Éramos felices.

Con el resto del salón me llevaba bien, a menudo hablaba con el resto, nos pasábamos tareas o discutíamos lo pesada que era la profesora de Biología que otra vez nos había puesto un acta colectiva porque decía que éramos un salón insoportable. Y tenía razón. A pesar de que teníamos buenas notas con mi amigo, a veces desaprobábamos y al resto del salón le iba bastante mal. Éramos el salón con el peor promedio de la escuela y nunca voy a olvidar que un día  cuando volvimos de las vacaciones de invierno, estábamos formando y la directora anuncio que esperaba que hubiera buenas notas en lo que quedaba de clases hasta las próximas vacaciones y que visitaría dentro de un rato a los salones a los que peor les había ido en la primera parte del año. En ese momento le comente a uno de mis compañeros que podría apostar cualquier cosa que iría a nuestro salón.  Llegamos a acomodarnos apenas que la directora ya estaba en la puerta y comenzamos a reírnos por lo acertado de mi comentario. Pero seamos realistas, las notas no se levantaron mucho.

A pesar de que seguía teniendo el Messenger, lo usaba poco. Solía hablar con Fran pero ya no tanto, puesto que estaba algo ocupado, pero ya hacia un tiempo que su mejor amigo Lionel me había agregado y era bastante agradable así que también me hice muy amiga. Decía que este verano vendría para la fiesta del automovilismo, así que seguramente lo vería ahí. Había planeado ir con mis primos y como no era una ciudad muy grande, fijo que nos cruzaríamos.

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora