Narra Ramiro

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El día de cumpleaños de Lionel decidimos salir todos juntos. A pesar de que Lio se rehusó un poco, lo logramos convencer. Seriamos los cinco en una noche de diversión. Prometía ser genial.

Como siempre, entramos gratis a la discoteca y los tragos comenzaron a pasar alrededor nuestro. Lio, aun siendo el cumpleañero, no quiso saber nada con tomar. Los demás lo hicimos moderadamente, pero bailamos y nos divertimos igual. La discoteca quedaba en la otra parte de la ciudad de Buenos Aires. Debíamos atravesar la ciudad y tomar la panamericana antes de ahí. Nos habíamos tomado un taxi con tal de llegar bien y poder tomar, aunque de saber que Lio no lo haría habríamos pedido el auto a mi padre o el de Juan Cruz, nos lo hubiesen dado por confianza a Lionel, no a nosotros.

Salimos a las cinco de la mañana, bastante temprano a lo que acostumbramos porque Lio estaba cansado y debería trabajar al medio día. Necesitaba dormir un poco y lo cierto es que nosotros también así que salimos caminando de ahí en busca de una parada de taxi. Estaba todo muy oscuro y bastante silencioso, pero nosotros no tuvimos mejor idea aun así que ir caminando por el medio de la plaza.

Justo cuando estábamos saliendo, seis sujetos armados surgieron de la nada y nos rodearon. Nos pidieron dinero, teléfonos, zapatillas, todo. Cuando quisimos acordar estábamos en ropa interior. Lionel se había puesto unos boxers de pokemon. Yo tenía un bóxer blanco con besos, Juan Cruz llevaba uno azul gastado, Fran uno verde y negro a rayas y Simon uno que tenía baquitas se san Antonio. Patéticos todos.

-Creo que se ven bien así- dijo uno de los tipos. Deberían regresar a su casa.

Los seis se fueron riendo y corriendo lejos con nuestras cosas. Mire a los chicos y me mire a mí y comencé a reír.

-¿De qué te reis tarado?- dijo Juan Cruz –Estamos en bolas a kilómetros de casa.

-De la situación- dije entre risas –Nunca nos había pasado esto, justo ahora que salimos con Lionel.

-Sí, no salgo más con ustedes- dijo Lio refunfuñando –Suerte que no era mi camisa favorita porque los asesinaba.

-Bueno y ¿Cómo volvemos?- dijo Fran algo nervioso. Su calzoncillo combinaba con sus ojos, me dio gracia eso también.

-Caminando- dijo Juan Cruz –No queda otra.

Me deje de reír -¿Por panamericana así? ¡Estas bromeando!

-Nop. Eso o dormir en esta plaza. Elijan.

Los otros cuatro refunfuñamos pero volvimos a casa así. Un poco descubiertos, siendo silbados en las avenidas y calles transitadas y en el barrio fuimos la comidilla de la mañana. Terrible día.

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora