Narra Lionel

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La noche fue algo accidentada. Para ser breves llegamos, uno de los sujetos se acerco a Sol y a Lourdes y las quiso tocar sin su permiso. Le dije que se fuera. Se fue y volvió con sus amigos. Nos fuimos afuera a charlar. Me golpearon. Perdí el conocimiento, escena desaparecida. Desperté y estaba en la ambulancia, me quede en el hospital hasta las siete. Salí, fuimos a buscar mi camioneta; no arranco y la tuvimos que empujar hasta mi casa. Llegamos, mi mama pregunto por la sangre y la cara de Juan Cruz y tuvimos que explicar.  Castigado un mes sin la guitarra y la tuve que dejar en Balcarce. Todo muy bonito. Finalmente los chicos acompañaron a Lourdes hasta la casa, la cual llego casi a las ocho de la mañana por lo que también se metió en problemas. Pero al menos se conocieron en el hospital, lo que para mi era todo un avance ya que formaban todos parte muy importante de mi vida. Y si, cuando llegue a Buenos Aires el domingo también tuve problemas.

Antonela recibió como una patada que yo me había peleado  por proteger a mis amigas (Y eso que no le dije que había salido también con Lourdes) y me lo recrimino. Discutimos y se fue. Pensé que al otro día en la escuela iba a estar más tranquila pero no fue el caso. Me ignoro todo el día y luego se volvió a enojar porque se suponía que yo tenía que ir a buscarla para que me preste atención ¿Cómo se supone que iba a saber eso? Yo solo quería darle su tiempo. A la mitad de la semana hablamos y parecía más tranquila así que no se hablo más del tema y volvimos a la normalidad.

El siguiente viernes cuando me estaba por ir a casa de mama, llego con una maleta y me anuncio que viajaba conmigo. Yo sabía que no iba a poder ver a Lourdes, porque esto era más para vigilarme que por ver a mi mama y también sabía que cuando la viera, mi mama también se iba a enojar. Cualquier tonto se daría cuenta que mama aguantaba a Antonela  solo porque estaba conmigo, pero no la quería y hace rato que me había insinuado que no debía llevarla y no proteste en su momento. Tampoco proteste cuando quiso venir Antonela porque no quería pelear, solo quería ir a ver a mama y descansar lejos un día aunque sea. Así que llegamos un viernes por la tarde, desempaque y mire con tristeza mi guitarra sobre el ropero mientras me decía a mi mismo que solo faltaban tres semanas más para irnos juntos a casa y tocar. Tome mates con mama quien no paraba de mirar frunciendo el seño a donde estaba sentada Antonela mirando la tele en el sillón. Al otro día después de almorzar, Antonela quiso ir al cerro por lo que la lleve y ahí vi a Lourdes con una amiga. En cuanto nos vio hizo una mueca con los labios y se toco el arete derecho. Lo cual significaba que se sentía incomoda y que después hablábamos. Asentí apenas, lo suficiente para que Antonela no viera y seguimos caminando. Había salido bien porque no la había visto y lo constate cuando nos sentamos en la sombra y me pregunto por Lourdes.

-¿Por qué no la invitamos con nosotros?

-No creo que sea una buena idea- Y me mordí la lengua para no decir que había salido con una amiga y explicar cómo lo sabia –Seguro ya debe tener planes. Además quería pasar tiempo solos- Y no generar drama pensé pero no se lo dije.

-No digas tonterías, seguro que le gustaría verte ¿Hace mucho que no se ven no?

Es una prueba campeón, me dije a mi mismo, responde bien- Si, hace un montón- me voy a ir al infierno de los mentirosos pensé –llámala de mi teléfono ahí está el numero- Así no meto la pata y te das cuenta que me sé su número de memoria y el tuyo no

-Bueno

Y dicho y hecho la invito. Lourdes se apareció al ratito. Ella sabia tan bien como yo que si decía que no seguro se la agarraba conmigo, por lo que como buena amiga vino. En cuanto llego hizo el mismo gesto de incomodidad y se toco el arete mirándome como si me preguntara de que se trataba todo esto y yo solo pude hacer uno que otro gesto que denotaba pánico. Y si, nos conocíamos tanto en tan poco tiempo que puedo decir que habíamos hasta ideado nuestro propio lenguaje de gestos entre ella y los demás del grupo.

Antonela estuvo tranquila. La dejamos hablar la mayoría del tiempo y creo que yo llegue a decir monosílabos en casi todas mis respuestas. No paso lo mismo cuando Lourdes pregunto por nuestra semana. De un momento a otro termine hablando con ella de juegos pero no quise prolongarlo mucho para no hacer un paso en falso así que nos despedimos y volvimos a casa. Todo parecía bien, había superado la prueba me decía a mí mismo, pero podía sentir cierta tensión en el aire. El domingo volvimos en colectivo porque la camioneta no arranco, y ese no estar solos fue para mí una bendición, ya que algo en mi sabía que no quería llegar a Buenos Aires, ni quedarme a solas con ella.

Pero llegamos, y puedo asegurar que en cuanto cerré la puerta de mi casa la avalancha me tapo.

-Ella o yo

-¿Qué?

-Me escuchaste bien, ella o yo. Lourdes o yo

-¿Pero porque?- Realmente de todo lo que esperaba, este planteamiento ni se me cruzo por la cabeza- ¿Qué te hizo?

-¡Es obvio! Yo no puedo soportar que ella sea tu amiga. No creo en sus intenciones de amiga.

-Estas siendo irracional. Ella no hizo nada malo

-Se pusieron a hablar entre ustedes y me dejaron de lado. Ella te quiere para ella sola, nos quiere alejar

-No es cierto, no nos pusimos a hablar entre nosotros.

-Si lo hicieron- Durante cinco minutos sobre un jueguito le falto agregar- Ella no te quiere solo como un amigo, lo veo Lionel, no seas ciego. No podes solo pretender que sea tu amiga y darle esperanzas

-¿Ahora la estas defendiendo y lo haces por su bien?- Mi cabeza daba vueltas, era obvio que no tenia argumentos para odiarla y se los inventaba ¿O no?

-No, estoy defendiendo lo nuestro, lo que tenemos y por lo que luchamos.

Me quede mirándola con el seño fruncido y sentía la peor de las tristezas corriendo por mi cuerpo. La había elegido a Antonela hace mucho tiempo. La había elegido cuando no visitaba a mi mama para quedarme y estar tiempo con ella, cuando le quite tiempo a mis amigos para verla, cuando le oculte que seguía viendo a Lourdes solo para no enojarla porque me partía el alma cuando estábamos peleados y la de veces que me sentía culpable y no veía a Lourdes aun cuando le había prometido visitarla. Yo la había elegido día a día desde el primer beso hasta el último planteamiento- Por favor no me hagas elegir. Ella es solo mi amiga

-Estoy siendo justa- Me dijo firmemente- Es por el bien de todos y no hay otra forma, o la elegís a ella o me elegís a mí.

-Entonces la elijo a ella- Las palabras salieron de mi interior sin siquiera pensarlo. Porque lo sabía, podía vivir sin Antonela, lo había hecho durante mucho tiempo, pero no sin Lourdes. Debería terminar todo pero Lud estaría ahí y sería más fácil. Incluso juraría que sentí esperanza en el futuro en ese preciso momento.

Antonela por su parte palideció  y se fue pegando un portazo tras de sí. Justo cuando las lagrimas brotaron de la nada. Y recordé a mi papa diciéndome que los hombres no lloran, y me sentí feliz de estar solo en ese momento y que nadie me estuviera viendo.

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora