Narra Lionel

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Yo vivía solo, Fran por fin había besado a su novia, Simon estaba menos callado, Ramiro Fumaba, Lourdes le ocultaba a su familia que nos conocía y Juan Cruz andaba raro todo el tiempo. Habíamos crecido un poco. Al menos eso sentía yo. Comencé a pensar que éramos un rejunte de inadaptados.

Con el regreso a casa también regresamos a la escuela. Yo y Ramiro entramos en el equipo de futbol de la escuela en las competencias entre secundarias. Éramos de los más chicos del equipo pero cuando nos vieron jugar nos ganamos un nombre. Tanto entrenamiento jugando en el verano y en el club que compartíamos había dado frutos. Pronto fuimos haciéndonos conocidos en la escuela. Los de último año nos buscaban en los recesos, los de tercero nos invitaban a sus fiestas, los de primero querían ser como nosotros el próximo año. No hizo falta mucho tiempo para lograr una gran popularidad. Sin embargo esta era mala como buena.

La fama de mujeriegos y fiesteros de Ramiro y Juan Cruz nos habían encasillado a todos. Fran era de charlar con toda mujer que se acercara así que, a pesar de estar con Agus, también era considerado un mujeriego y encima infiel. Las malas bocas gustan de hablar. A mí me consideraban un chico malo, de actitud sobradora y mal educado. Todo porque no hablaba con nadie. Yo era tímido solamente. A nadie le interesaba saber que iba los domingos solo a la iglesia, o que jamás había estado con ninguna chica, ni siquiera había besado a una. Lourdes decía que yo era más bueno que el pan lactal. Siempre me causo mucho esa frase.

Todavía me acuerdo de Emma Glorioso. Ella estaba en primer año y yo en segundo cuando salí un día de la escuela y en el mar de gente ella se cayó al piso. Mis amigos me esperaban en la esquina para irnos a casa, pero me quede y la ayude a levantarse mientras el resto alrededor se reía. En cuanto me vieron todos se callaron la boca. No podían creer que justo yo me había puesto a ayudarla

-¿Estás bien? ¿Te lastimaste?

-No, no pasa nada- dijo ella un poco dubitativa. La ayude a pararse y note que le sangraba la rodilla

-¿Quieres que te lleve a la guardia del hospital? Te está sangrando la rodilla.

-No yo…- dijo ella pero no la deje terminar. Sabía que no iba a aceptar que la lleve al hospital así que la levante y la senté en una banca ahí cerca. No pesaba nada así que no me costó mucho levantarla y eso que era más grande que yo.

-Voy a llamar a la enfermera. Quédate  acá.

Me fui dentro de la escuela y busque a la enfermera y esta la vendo. Emma me agradeció y de allí en más mejoro un poco mi imagen, pero muchos creían que era solo una fantasía y no era posible que yo la hubiese ayudado. Estaba algo cansado de los rumores.

Por otra parte comencé a llevarme más con dos chicas Sol y Luciana. La primera era como su nombre, un rayo de luz, divertida extrovertida y amistosa. Luciana también lo era pero un poco mas reservada pero era una loca fanática, del tipo que te hace una cola durante dos días para sacar la entrada y era una experta en modas. Con ellas podía hablar de cualquier cosa pero prefería no hacerlo. Mis secretos más profundos se los reservaba a Fran.

En junio de ese año, conocí a Antonela, mi primera novia. Era mejor amiga de Agus y una tarde Fran estaba en casa y se aparecieron las dos. Al principio, me parecía raro que ella pudiera fijarse en mí. Yo media 1,60; era el más bajo de mis amigos, y había pegado un estirón hace unos meses porque en el principio del verano yo media 1,50. Era algo rellenito, no con sobrepeso, por algo mama me decía conejito culón y no era ni de cerca lo que las mujeres considerarían “Lindo”. Tenía un complejo muy grande con el peso y aparte un pánico terrible a los secadores de pelo y las arañas. El primero porque me habían dado terror desde que de chico un peluquero me quemo con uno, las segundas por feas. Sacando todo esto, y cambiándome totalmente tal vez ella podía fijarse en mí. Tal vez.  Pero también era cierto que vivía solo, tenía trabajo en una empresa de transporte desde una fábrica de galletitas y era algo popular en la escuela y el barrio, aunque a mi parecer no era valido que alguien te quiera por ello.

Con el tiempo Ambas comenzaron a venir mucho a casa, bastante. A veces Antonela pasaba por la mañana a buscarme para ir juntos a la escuela ( y eso que ella vivía en la otra punta de la ciudad). Fran se reía desde su casa cuando nos veía pasar y dejaba que vayamos solos. Juan Cruz cuando pasaba y veía que ella le había ganado en ir a buscarme hacia gestos de sacarle la cabeza del cuerpo. El la amaba mucho, noten mi sarcasmo. 

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora