Narra Ramiro

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Mar del Plata era genial en temporada. Si, había mucha gente y si, mi mama estaba detrás de nosotros, pero siempre lograba escaparme e irme con Federico de fiesta. Comenzábamos a salir seguido, tres veces cada semana mínimo y me había hecho amigo de sus amigos inclusive. Al igual que cuando salía con Juan Cruz, todo aquí era gratis para Fefe, beneficios de ser el hijo del dueño de casi toda la ciudad. Además, mi tío había invertido en cada discoteca para asegurarse de que sus hijos estuvieran seguros donde vayan, por lo que Fefe entraba en los vips, lo saludaban los dueños, conocía a gente famosa que pasaba sus vacaciones en la ciudad y era medio dueño de cada discoteca.

La gente lo quería mucho, pero Fefe no les correspondía ese amor. Estaba siempre quejándose de cómo su padre quería tener todo bajo control y como siempre era perseguido. Pero por las noches estaba en su mundo. Bebía, se divertía y siempre iba a casa con una chica distinta. Me ha contado que había perdido la virginidad a los doce años, lo cual me parecía malo por lo joven pero no dije nada. La popularidad en la nueva ciudad era divertida, pero apenas éramos chicos de trece y catorce años. ¿Qué íbamos a saber de la vida?

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora