Capítulo 24. "Consecuencias del deber"

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Mucho más tarde ese día, cuando la princesa de Auroria había dejado el grupo y todos habían acordado reunirse al día siguiente, pero el hijo de Cruella no había terminado sus labores de ese día todavía.

Carlos se encerró en su cuarto sólo un rato pues iba a reunirse con Chip en la casa de Maurice y Bella para empezar a trabajar en el guante donde Carlos pondría el collar como manera de protegerlo en otro lado que no fuera el bolsillo de su chaqueta. 

Jay había ido a comer algo con Lonnie, Evie y Holly para poder pasar el mal sabor de boca que los había dejado toda esa situación en la reunión, mientras Chico estaba dormido en su cama, sin percatarse que su dueño había entrado al lugar.

¿Qué podía decir Carlos?, su mascota tenía el sueño pesado.

—Tenemos que hablar, Agatha. —llamó el hijo de Cruella parado en medio de su habitación. 

Inmediatamente la mujer se materializó frente suyo, con su rostro tan serio como siempre y sentada en la cama de Jay.

—¿Sí? —preguntó ella en su usual tono tranquilo.

—Hay algo que no me estás contando de Astrid, ¿verdad? —dijo él cruzándose de brazos. 

La mujer miró fijamente al nuevo guardián, y frunció los labios.

—No podré confiar en ti hasta que me cuentes toda la verdad, ¿Acaso Astrid sabía que esto iba a pasar? —Preguntó él cruzándose de brazos— Porque me queda claro que As sabe cosas que nosotros no, pero me cuestiono qué tanto. 

—Pues claro que ella sabía cosas, eso era parte de las consecuencias de su deber como guardiana de la rosa —dijo la mujer.

Carlos asintió.

—Y eso lo entiendo, sé que Astrid tenía cosas que no podía contarle a nadie, que era personales y las respetaba, pero ahora las cartas que tenemos a nuestro favor son muy pocas y si tengo que saber algo quiero saberlo ahora que puedo. Agatha, necesito saber si Astrid sabía algo de esto, sobre las profecías, sobre los villanos volviendo a vengarse... sobre mí —dijo él—. porque no quisiera creer que ella sabía que esto iba a pasarnos, ella no es así.

La mujer se levantó y flotó hasta Carlos donde se detuvo con expresión seria. 

—Honestamente no creo que Astrid supiera que esto iba a ocurrir —dijo la mujer—. Y si lo hubiese sabido, no creo que hubiera permitido que algo te pasara, Carlos. Eres la persona a la que ella menos quería lastimar en todo el mundo. Ella siempre me lo decía.

Carlos desvió su mirada a su mesa de noche donde habían tres cuadros donde en una de ellos había una foto de él y Astrid, ella recostando la cabeza en su hombro y él besando su sien. Esa foto había sido tomada en su segundo mes juntos. 

Evitó no pensar en algo que lo desanimara aún más y volvió su enfoque a Agatha.

—Pero… puede que haya algo que tengas que saber, y es como tu espada llegó tu espada llegó al bosque. —dijo el espíritu.

Eso hizo que Carlos rápidamente frunciera el ceño dándole una mirada a la espada en la mesa de su habitación.

—Me habías dicho que no sabías cómo llegó ahí. 

—Y no sé cómo llegó ahí —aseguró el espíritu de inmediato— Pero mientras más lo pienso, más sentido tiene… 

—¿Qué? —preguntó el chico.

La mujer  pareció vacilar un momento, e hizo una seña para que Carlos tomara asiento en su cama y ella poder contarle.

Carlos hizo caso no muy feliz y miró a la hechicera  con un asentimiento la cual no se veía del todo tranquila.

Entre Rosas Y Espinas [Disney Descendientes/Carlos De Vil] LPDA3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora