Elsa está nerviosa.
Elsa está esperando a Anna en su cuarto y está nerviosa.
El cuarto de Elsa está ordenado hasta el más mínimo detalle, como de costumbre. No hay ropa tirada, la cama simple que usa siempre está tendida, la otra cama tiene varios almohadones bien mullidos para ser usada como sofá, la cafetera tiene una jarra preparada, el escritorio tiene las dos butacas de rueditas arrimadas y los apuntes de Olaf apilados en el centro.
Y Elsa está nerviosa.
En los tres años que lleva de Universidad jamás invitó a nadie a acompañarla. Elsa no acostumbra perseguir amistades, mucho menos romances, y su vida social siempre ha estado limitada a su familia y los profesores. Así que la situación de recibir a una amiga (y más aún, alguien que le gusta) es completamente nueva y, casi por defecto, sumamente estresante.
Cinco golpecitos rítmicos en la puerta le anuncian que el momento ha llegado y contiene la respiración.
Anna está afuera.
Y dejando escapar el aire de una vez, Elsa abre la puerta y deja entrar a un torbellino rojo.
"¡Hola! Traje muffins. No sabía cuál te gusta, así que traje dos de cada uno, por las dudas que nos guste el mismo, así que tengo de chocochips, banana, arándanos y toffee nut. ¿Te gusta comer mientras estudias? Debí haber preguntado eso antes. O tal vez prefieres un sándwich... ¿Huele a café? ¡Me encanta el café! Oh, lo siento, estoy hablando de más otra vez y-"
Todavía sujetando el picaporte, Elsa mira con curiosidad a Anna, que entró, dejó cuatro bolsas de papel sobre el escritorio en desuso, se inclinó sobre la cafetera y ahora está parada en el medio del cuarto, sonrojándose y cruzándose de brazos mientras un pesado silencio se hace presente. Lentamente, Elsa acompaña la puerta con la mano hasta que el click del pestillo anuncia que está nuevamente cerrada con ambas dentro. Suspira, cierra los ojos y finalmente sonríe.
"Chocochips, arándanos, banana y toffee nut, en ese orden. El café es un blend con extra cafeína. Más tarde podemos pedir unos sándwiches."
A Anna le toma unos segundos volver a sonreír, tímida. Y unos segundos más para que sus hombros se pongan más firmes y vuelva a su ánimo habitual.
"Traje mis apuntes."
"Yo tengo los apuntes de Olaf," agrega Elsa, señalando hacia las butacas del escritorio. Anna la sigue y se sientan una junto a otra con los cuadernos en medio.
"¿El niño superdotado de Física?"
"Es raro."
"Es divertido," ríe Anna. "Ya crecerá y entenderá mejor el mundo, sólo hay que tenerle paciencia."
"Lo bueno es que entiende mucho de Lógica. Así es como pude ponerme al día," comenta al pasar. La pelirroja la mira con curiosidad.
"¿Y qué hablaste con el profesor Pabbie? Imagino que no se ha creído que el examen fuera tuyo..."
Elsa duda un momento.
La charla con el profesor ese sábado fue extraña. Cuando llegó a su oficina, el hombre estaba sentado en un sillón junto a la ventana abierta, fumando de una pipa sencilla. Le señaló un butacón a su lado y Elsa obedeció sin rechistar.
"Elsa, no voy a mentirte," comenzó el viejo matemático. Le dio una pitada larga a su pipa y soltó el humo hacia la ventana. "Sé que esos exámenes fueron cambiados." Elsa abrió la boca para discutirle, pero Pabbie alzó una mano sin mirarla. "No es necesario que me expliques nada, no voy a reportarte con Kai. Por todos los dioses, necesitamos que sigas en el departamento para que la Junta Directiva no nos cierre." Suspiró y despegó por primera vez la mirada del paisaje del campus para posarla en su alumna. "¿Tuviste un buen motivo?"
Elsa dudó un instante, sintiéndose descubierta.
"Sí, profesor."
"¿Te ocuparás de eso?"
"Sí, profesor."
El docente la miró fijo un instante más, como intentando ver algo más en ella. Y pareció encontrarlo, porque sonrió levemente y sacudió la cabeza casi divertido.
"Tu nota final es la que contará para este curso. Haré como si no hubieses estado en este examen. Pero quiero que sepas que será la única excepción que haré contigo. Ahora vete a disfrutar el sábado."
Sentada junto a Anna, Elsa no está segura si contarle toda la conversación. Así que decide, por esta vez, mentirle.
"Tengo que repetir el examen al final del curso si es que la nota del segundo examen no es suficientemente alta."
Bueno, al menos no es tan lejano a la verdad.
"¡Genial! Tampoco es que necesites el tiempo para estudiar, si tenías un 96 seguramente no hará falta que estudies tanto. Y yo tengo ese 96 pero necesito aprender para no perder la beca con el siguiente examen, porque no aceptaré que me cambies el examen de vuelta. Estás loca si piensas que dejaré que perjudiques tu carrera por salvarme el pellejo otra vez. Y no digo que seas loca, aunque fue muy loco lo que hiciste. En realidad yo estoy loca por-"
Se detiene de golpe con los ojos muy abiertos y nuevamente colorada, llevando una mano a su boca, como intentando frenar físicamente la catarata de palabras que acababa de salir.
Elsa ríe mientras echa mano de los apuntes apilados en el escritorio.
"No te preocupes. Con estos cuadernos no necesitarás la ayuda de nadie más. Puedes ser tu propia heroína."
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Lógica
RomanceEl hecho de que Elsa se sentara en el fondo del aula no tiene que ver con que le disguste la clase ni con que quiera ser remotamente relacionada con los revoltosos de siempre. Pero el último pupitre del lado derecho del aula le da una vista directa...