26 - Bien

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Kristoff las está esperando en el pasillo del aula de Lógica el viernes. Y cuando las ve llegar se le dibuja una sonrisa aliviada.

"¡Por fin! Estaba preocupado," recrimina el muchacho, acercándose. "¿Qué sucedió el miércoles? Anna dijo que te había visto pasar más pálida de lo habitual y después no supe más nada de ninguna de las dos."

"Pues..." empieza Elsa, pero no sabe bien cómo continuar, así que la mira a Anna, tímida.

Y como toda respuesta, la pelirroja entrelaza sus dedos con los de ella bajo la mirada atónita de Kristoff.

"¿De verdad?"

"Sí," contesta Anna, conteniendo una risita de entusiasmo.

"¿Hablaron?" Pasa la vista de una a otra con una sonrisa. Elsa asiente con la cabeza. "¡Era hora!" celebra. "Estaba cansado de ver las caras de sufrimiento de Elsa y escuchar horas y horas de monólogos monotemáticos de Anna."

"¡Oye! Yo no hago monólogos. Bueno, a veces hablo mucho, pero definitivamente no soy monotemática. Tal vez me obsesiono con algún tema, a veces. No es que Elsa sea una obsesión," se gira hacia la rubia, "no eres una obsesión, ¡pero mírate! Eres increíble y-" Se interrumpe cuando escucha a Kristoff contener una carcajada. Baja la mirada tímida antes de agregar con una sonrisa: "Tal vez tienes razón."

"No la agobies, Bjorgman," ríe Elsa. El muchacho levanta las manos en señal de inocencia.

"Jamás. Sólo le hice ver que estaba loca por-"

"¡Kristoff!" lo interrumpe la pelirroja entre risas.

"Vamos, se nos hace tarde para la clase. Seguimos esto después en Oaken's," promete Elsa.

Varias miradas se clavan en ellas al entrar al aula. El profesor oculta una sonrisita cuando se sientan en sus lugares habituales, con Kristoff y Anna al fondo y Elsa en el banco inmediatamente adelante del rubio.

Por fortuna para las chicas, la clase consiste principalmente en repaso y consultas de ejercicios. Aprovechan para poner sus apuntes al día y, para cuando suena el timbre, pueden guardar sus cosas tranquilas y apuntar con su amigo hacia Oaken's.

Olaf los encuentra afuera de la cafetería con su madre, y los recibe con un abrazo a cada uno. Cuando la mujer vuelve a su coche y los cuatro amigos entran al local, el dueño los saluda desde atrás de la barra y les hace señas para que se acerquen.

"¡Señoritas Westergard y Sandberg! ¡Pasen a su mesa! La he reservado y tengo algo especial para ustedes," exclama. Lo ven desaparecer hacia la cocina y, curiosos, se dirigen a su lugar.

Apenas están terminando de acomodarse (Elsa y Anna juntas, Olaf frente a Elsa y Kristoff frente a Anna) cuando el mismo Oaken sale con una enorme bandeja de sándwiches, seguido de un hombre delgado con las cuatro bebidas de siempre.

"¡Señoritas! Las vi el miércoles y no llegué a felicitarlas cuando se fueron," explica. "¡Estoy tan feliz por ustedes! ¡Les invito la comida de hoy! Es lo que piden siempre, con su toque especial," agrega con un guiño cómplice. "Mi marido y yo hemos preparado todo personalmente," comenta, tomando al otro hombre del brazo con una sonrisa enorme. "Disfruten, disfruten, corre por la casa."

La pareja se retira sin dejar de mirar al grupo, que ríe divertido.

No, Olaf no ríe. Olaf parece confundido y pasa su mirada de unos a otros. Elsa casi puede ver los engranajes girando a toda velocidad en su cabeza.

"No venimos a Oaken's los miércoles," recrimina, cruzándose de brazos. "¿Por qué vinieron a Oaken's el miércoles?"

"Es... una larga historia," intenta explicar Elsa. "Pero podemos resumirla en que Anna y yo empezamos a salir," sonríe. Olaf frunce el ceño.

"¿Son novias?"

Kristoff contiene la carcajada otra vez. Elsa mira a Anna desconcertada, abriendo y cerrando la boca sin saber bien qué contestar.

¿Somos novias?

"Estamos en eso," contesta la pelirroja, mordiéndose el labio inferior y tomando la mano de Elsa por encima de la mesa.

"¿Eso quiere decir que dejamos de ser amigos?" inquiere el niño. Kristoff suelta ahora su risa y le palmea el hombro.

"Significa que ellas son mucho más cercanas, pero no dejan de ser nuestras amigas," explica.

Olaf se queda pensando unos momentos hasta que, finalmente, asiente con la cabeza con expresión convencida.

"OK. Entonces estoy feliz por ustedes," concluye, sonriendo.

Elsa suelta un suspiro de alivio, también sonríe. Hasta que siente que la mano de Anna la aprieta más fuerte y la ve mirando lejos, tras ella, hacia el estacionamiento, con los ojos muy abiertos.

"¿Anna? ¿Estás bien?" pregunta preocupada. La pelirroja sacude la cabeza y vuelve a enfocarse en Elsa.

"Sí," sonríe brevemente. "Creí ver a..." Duda un momento y sonríe otra vez, abrazándola. "Nada, está todo bien." 

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