Hay menos de un kilómetro entre Oaken's y la ubicación que Anna envió.
Y Elsa corre.
Corre dejando atrás la cafetería, pasando rápidamente por negocios que están cerrando por la noche y casas que se preparan para la primera nevada.
Corre mientras siente un escalofrío recorrer su espina.
Aguanta, Anna. Ya voy.
Se detiene brevemente en una esquina y saca el teléfono para revisar el recorrido. Una calle más, luego a la derecha otras dos.
Corre.
El viento helado choca contra su cara con fuerza. Elsa achica los ojos, esforzándose por ver bien su camino.
Una calle. Luego dos a la derecha. Saca el celular otra vez y ve que está a 50 metros. A ambos lados de la calzada hay negocios cerrados, más de uno probablemente abandonado. No hay nadie. Ni un alma. No hay más ruido que el del viento azotando sus oídos.
"¡Anna!" llama. No hay respuesta.
Hasta que lo ve.
50 metros adelante se abre un angosto callejón a mano izquierda. Una luz parpadea entre los muros.
Elsa corre.
"¡Anna!" vuelve a llamar desde la entrada del callejón. Escucha un golpe suave en un contenedor de basura.
Anna.
Unos metros adentro, atrás del enorme contenedor, está Anna.
Está acurrucada contra la pared, con los ojos cerrados y muy pálida. Tiene una camiseta fina de mangas largas, un poco estirada y rasgada en el cuello y un jean manchado de barro.. Las botas no parecen suficientemente abrigadas.
Elsa se agacha junto a Anna y le rodea los hombros, sacudiéndola levemente.
"Anna, soy Elsa. Vine por ti."
"¿Elsa...?" La pelirroja abre apenas los ojos y mueve una mano hacia el rostro de su amiga. "Hans..."
Una oleada de ira arde de repente en el interior de Elsa ante la mención del muchacho.
No, debo concentrarme.
"Después me explicas. Vamos, tienes que levantarte."
Tomándola de las axilas, Elsa la inclina hacia ella y, con mucho cuidado, la levanta. Ayudándose con la pared, la mantiene en pie mientras se quita el sobretodo y se lo pone con dificultad a su compañera.
Sin perder un instante, le manda un mensaje rápido a Kristoff.
"La encontré. Voy al campus."
Tras guardar el teléfono, se saca la bufanda y la enrosca en el cuello de Anna. Cierra bien el abrigo, pasa uno de los brazos de Anna por encima de sus hombros y la sujeta de la cintura. Cuando está segura de tenerla firme, empieza a caminar y nota que Anna cojea del pie izquierdo. A dos calles hay una avenida concurrida, allí puede pedir un Uber y esperarlo sin mucho más riesgo.
"¿Tienes... frío...?" murmura la chica.
"No me molesta el frío," responde Elsa. "Pero tú te congelarás si no nos movemos rápido."
No sin esfuerzo, así abrazadas, caminan lentamente hacia la avenida.
Y mientras caminan, Elsa puede ver cómo se posan en la calle los primeros copos de nieve.
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Lógica
RomanceEl hecho de que Elsa se sentara en el fondo del aula no tiene que ver con que le disguste la clase ni con que quiera ser remotamente relacionada con los revoltosos de siempre. Pero el último pupitre del lado derecho del aula le da una vista directa...