2 - Nombres

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La clase de Lógica se ha vuelto a desarrollar más o menos en el mismo tono las últimas dos semanas. Y para Elsa se está convirtiendo en una verdadera tortura.

No, no es que mirar a Anna Sandberg sea una tortura. Muy al contrario, disfruta mucho la vista de la melena pelirroja, el cuello repleto de pecas y la figura menuda. Pero desearía que fuera en otras circunstancias.

En un bar, tal vez, la miraría de lejos un rato para luego acercarse con un trago o un comentario que rompa el hielo.

En una discoteca, quizá, la miraría bailar de lejos un rato para luego acercarse con un paso sensual que la conquiste.

¿A quién quiero engañar? No voy sola a bares. Tampoco bailo. Y no tengo el coraje para acercarme a hablarle a una completa extraña.

Bueno, no es una completa extraña. Es Anna Sandberg, su compañera de curso de Lógica. Sabe que es Sandberg porque así la llama el profesor. Y sabe que es Anna porque la escuchó presentarse a uno de los muchachos de la fraternidad, cuando chocaron y cayeron uno encima del otro en el pasillo fuera del aula.

Elsa vio esa secuencia cuando salía del baño, rumbo a la clase. Se ocultó tras una providencial columna, muerta de vergüenza por la idea de que la encontraran espiando.

"Soy Anna", dijo la pelirroja. Elsa susurró apenas el nombre para sí, saboreando su sonido.

"Y yo, Hans", contestó el muchacho. Parecía ser la nueva adquisición del Sigma Iota Kappa, un chico alto con patillas cobrizas anchas y largas hasta el borde de la mandíbula. "Un placer conocerte, Anna."

"¡Ya quítense de encima de mi skate!" gritó otro joven, exasperado. Por la voz, Elsa supo que era el rubio musculoso y de aspecto desaliñado que se sentaba en el extremo opuesto del aula que ella.

Se escucharon algunos gruñidos y disculpas a media voz mientras se levantaban y entraban conversando al aula. Elsa esperó hasta que se perdieran los sonidos para salir de detrás de la columna, con tanta mala suerte que se topó de frente con el rubio.

"¿Espiando?" sonrió el chico, levantando una ceja y abrazando su skate. La tabla tenía dibujado un reno en la parte de abajo y 'S.V.E.N' escrito con estilo graffiti.

Elsa balbuceó una disculpa y bajó su mirada.

"No te disculpes, a cualquiera le daría diabetes viendo a ese estúpido intentando conquistar a una desprevenida", bromeó. Acto seguido, extendió su enorme mano derecha. "Kristoff Bjorgman. Estudio Ingeniería Automotriz".

"Elsa", contestó, respondiendo el saludo. "Westergard", se apresuró a agregar. "Elsa Westergard. Licenciatura en Matemática".

"¡Ah, sí! El congelador. La más fría de las exactas, ¿verdad?", exclamó. Al ver la incomodidad de su compañera, bajó un poco el volumen de voz y señaló la puerta con la cabeza. "Vamos, la clase ya empieza".

Desde ese día, Kristoff encontró la forma de sentarse en el lugar de Elsa, ubicándola a ella un espacio más adelante. Ahora, Elsa está dos bancos atrás, uno a la derecha de Anna.

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