27 - Pesadilla

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Los muebles de la habitación han sido reorganizados en función de la nueva situación.

Por empezar, ambas mesas de noche han intercambiado su lugar con las camas. Ahora, ocupan los lados de una improvisada cama grande. Además, los escritorios pasaron a estar enfrentados en el centro del cuarto para poder aprovecharlos también como mesa compartida.

Y sí, ahora duermen juntas. Tras un par de noches de acomodarse en la cama de una u otra y terminar con distintos músculos agarrotados por la posición extraña, la fusión de ambos muebles fue necesaria.

Para Elsa, la sensación de despertar cada mañana con Anna a su lado es absolutamente nueva. La proximidad diaria con alguien es de por sí una novedad, pero saber que lo que siente por ella es correspondido vuelve a llenarla de sol y calidez y luz.

Pero la madrugada de ese domingo de mediados de marzo, Elsa se despierta al sentir un golpe en la pierna.

Y abre los ojos para encontrarse a Anna revolviéndose en su lugar y murmurando repetidamente "no".

"¿Anna?" la llama, poniendo una mano en su hombro. Al no conseguir respuesta, la sacude un poco.

Y la pelirroja se sienta en la cama, con los ojos muy abiertos y un grito.

"¡No!"

Elsa presiona nuevamente con su mano en el hombro y Anna se gira hacia ella, agitada y un poco desencajada.

"Anna, estoy aquí, tranquila, era un sueño..." susurra. La pelirroja parece empezar a reconocer su entorno, porque se aferra a la mano de Elsa y la acerca para abrazarse a ella. "¿Quieres contarme?" pregunta cuando la escucha ahogar un sollozo.

"Hans... Hans me seguía y... Yo no podía correr..."

Elsa besa su cabeza y la acuna entre sus brazos.

"Shh... Hans no puede acercarse a ti, recuerda. El Jefe Weselton nos dijo que tiene una tobillera electrónica, ¿recuerdas? No puede salir de su casa, no puede acercarse a ti."

La joven asiente con la cabeza y se aferra más fuerte del pijama de Elsa.

"Fue una pesadilla. Sólo soñaba," murmura, como intentando convencerse. Y lo murmura más bajo dos o tres veces más, como un mantra.

Elsa suspira mientras acaricia suavemente la espalda de la pelirroja. Y la sujeta hasta que su respiración recobra la calma y puede dejarla dormir un poco más. Hasta que ella misma se duerme, inquieta, suplicando al universo que sus brazos sean suficientes para defender a Anna de cualquier fantasma.

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