Elsa ahoga el grito que llega a su garganta con el nombre de la pelirroja, en parte por no darle el gusto a Hans y en parte porque no encuentra su propia voz. Las lágrimas le queman detrás de los ojos.
Tras unos segundos de intentar que su vista no se nuble se da cuenta de que Anna no está completamente inmóvil. Respira, mueve lentamente los dedos y tiene los ojos apretados con fuerza, como si la luz la dañara.
"Quédate quieta," gruñe Hans, apuntándole a Anna. Luego la mira a Elsa con una sonrisa de suficiencia, mientras con la mano libre baja el cierre de la campera. "¿Quieres saber algo más, Westergard?"
"¿No te preocupa que vaya a contarle todo esto a la policía?" pregunta, con un hilo de voz. Aunque intuye la respuesta que llega a continuación, cuando Hans le toma con fuerza la mandíbula y la obliga a mirarlo a los ojos.
"No vivirás para contarlo," sisea.
Elsa le escupe la cara y Hans la suelta, para inmediatamente golpearla en la mandíbula con su puño cerrado.
Mientras siente el sabor metálico de la sangre invadir su boca, lo ve quitarse la campera y quedar con una musculosa negra. Deja la pistola en un estante cerca de Anna y arrastra los pallets al centro del cuarto.
Lo ve inclinarse sobre Anna y colocar las manos en sus muslos. Lo ve acariciar lentamente sus piernas desde la rodilla hasta la cintura, donde engancha sus dedos en el pantalón y lo baja bruscamente junto con la ropa interior.
Ve que Anna se remueve y abre los ojos de golpe. La ve a los ojos y ve pasar por ellos confusión y desesperación.
Elsa escucha un grito. Por un instante piensa que es Anna la que grita, pero luego reconoce su propia voz, llamando a la pelirroja.
Siente las lágrimas quemando sus mejillas cuando Hans coloca sus rodillas entre las piernas de Anna y se acuesta sobre ella.
Siente sus uñas clavadas en sus palmas cuando Hans sujeta con una mano las muñecas de Anna sobre su cabeza.
Se escucha a sí misma rasgar su garganta cuando Hans sujeta la cara de Anna para besarla.
Siente la piel de sus muñecas quemarse con el roce constante de las sogas que las sujetan mientras forcejea intentando liberarse cuando la mano de Hans baja hasta su propio pantalón para desabrocharlo.
Y entonces todo sucede muy rápido.
Se escucha un gemido de dolor y la cabeza de Hans retrocede. La mano que sujetara las muñecas de Anna se tuerce en un ángulo extraño bajo los dedos de la pelirroja. El muchacho rueda a un lado, sujetando su cara y una rodilla de Anna choca con su entrepierna, haciéndolo caer de la pila de pallets.
Anna se levanta rápidamente y se sube el pantalón. Echa un vistazo alrededor y ve el arma. Sin dudarlo, la lleva consigo y corre hacia Elsa.
"Tenemos que salir de aquí," dice, de forma firme y fría. Sus ojos arden con decisión mientras le afloja las ataduras, pero las manos le tiemblan. Está helada, literalmente. Elsa piensa en las horas que Hans la mantuvo encerrada en la cámara, seguramente para torturarla y doblegarle la voluntad y desea poder destrozarlo pedazo a pedazo. Pero Anna tiene razón, tienen que salir de allí y llamar a la policía, jugar a la heroína casi las mata a las dos. O mucho peor.
Anna tira de su mano y salen velozmente, cerrando con fuerza la puerta a sus espaldas. La pelirroja se desorienta, pero Elsa reafirma el agarre de las manos de ambas y corre, guiándola hacia la salida, la única oportunidad que tienen.
Cinco metros.
Dos metros.
Un metro, y escuchan que la puerta de la cámara se abre.
La voz de Hans suena como un rugido y, en el mismo instante, la puerta principal se abre entre una nube de astillas.
Lo primero que ven es la punta de un arma larga, seguida de un casco y un chaleco con las siglas APD. Instintivamente levantan las manos y ven cómo otros dos cascos pasan de largo y se dirigen hacia el muchacho que ahora intenta correr hacia la puerta lateral, por donde está entrando otro grupo de policías.
Rápidamente lo reducen.
Y escoltadas por el primer policía que entró al local, ambas salen a la calle para encontrarse con el rostro aliviado de Kristoff que cruza la cinta policial y corre hacia ellas para estrecharlas en un abrazo.
No necesitan hablar.
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Lógica
Любовные романыEl hecho de que Elsa se sentara en el fondo del aula no tiene que ver con que le disguste la clase ni con que quiera ser remotamente relacionada con los revoltosos de siempre. Pero el último pupitre del lado derecho del aula le da una vista directa...