Capitulo 35

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════ E S C A P E ════

- Maldición, maldición, maldición

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- Maldición, maldición, maldición...

El fuego y las explosiones retumbaban tras sus pasos, el fuego pronto le calcinaria con sus brasas. Ya no había más salidas, no existían más puertas o caminos.

Estaba acorralada y obligada por la destrucción, tuvo que entrar en ese cuarto, sobre el segundo piso, para así poder aplazar un poco más el final de la ardiente amenaza.

Replegandose a pasos tremulos se alejo de la puerta, las estridentes explosiones al otro lado le intimidaron. ¿Por qué prefirio sobre su única salida huir del general? Eso no importaba ahora, su decisión la había acorralado hasta ahí y no había lugar para arrepentimientos.

El espeso humo se hizo presente en el cuarto, pronto la asfixia comenzó a hacerle toser ¿Cómo saldría de ahí? Tenía que idear algo en los próximos segundos, si no quería fundirse en los escombros del complejo al detonar la última explosión.

Pronto la idea brillo en su mente, no era la mejor opción, ni siquiera la que le aseguraba salir de ahi ilesa, o tan siquiera salir, pero era lo único que podía hacer. Repaso con rapidez todos los muebles del lugar, tomo el banquillo metálico que se encontraba al fondo y se dirigió corriendo a la diminuta ventanilla abarrotada, esta no media más de medio metro de ancho por uno de alto.

- Menos mal. - De no ser por qué toda la estructura ya se había debilitado con el ataque, botar los barrotes le habría sido imposible a la primera.

La última explosión se detono y ella salto a través de su improvisada salida, la fuerza del ataque la saco volando, obligándola a caer brutalmente contra un cúmulo de tierra húmeda y ramas.

Negro.

Cuán familiar ya era ese color para sus ojos. Cuántas veces ya había estado en ese lúgubre, frío y vacío espacio, aparente al mundo y a ella misma. No era alarmante hallarse en ese estado, ya no, por el contrario se sentía reconfortante, se sentía bien no sentir nada: pena, dolor, pánico, enojo, tristeza... Amor... Ay amor...

Aquel agraciado lugar de plena paz, era quimerico. Si, puede que incluso lo deseaba, pero no tenía la fuerza para conseguirlo y al parecer tampoco lo merecía, pues el infierno de nuevo reclamaba a por ella, a por su presencia entre los vivos, para testificar sus actos.

Un grito. No, un gemido, un lamento, le despertó. Su cuerpo dolía, pero no importaba, ya había aprendido a vivir con ello, con las heridas marcadas en su destino. Cómo pudo se reincorporo, sentándose sobre el légamo que fatídico amortiguó su caída. Las difusas imágenes frente a sus ámbar, resplandecían lacerantes. Dolían. No podía apreciar con claridad nada, simples borrones que demandaban su atención. Quería verlos, aún que sabía que dolerían, pues de aquellas manchas brillantes emergian desgarradores plañidos.

REGRETS | Loki y Tu | Cronologia UCMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora