CAPÍTULO 2

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Mientras me subo al coche empiezo a darle vueltas a la cabeza. ¿Habré hecho bien subiendo a un auto cuyo conductor no conozco de nada? ¿Habré hecho bien denegando la invitación a la fiesta? Admito que me gustan las fiestas pero no es lo mío que me inviten a un lugar que desconozco. Sin embargo lo peor vendrá después, cuando Sofía venga a mi casa aporreando la puerta y sacándome a rastras de mi habitación sin siquiera preguntar por qué no he aceptado la invitación.

-Cuéntame algo de ti - empieza el chico después de un largo e incómodo silencio.

-No sé no te conozco de nada - respondo sincera.

-En ese caso te contaré algo mío. Bueno pues soy Samuel, este es mi último año de universidad y mis padres son escritores. Y la verdad ojalá no lo fueran, odio que no se hable de otra cosa en mi casa y de que me obliguen a leer sus libros antes de que los publiquen para que les dé mi visto bueno - explica él - La mayoría de las veces les digo que están bien para que se callen.

-¿De verdad crees que es una mierda vivir con unos padres escritores?, intenta vivir sin padres a ver que tal te sienta. Ojalá hubiera tenido yo a tus padres, yo iba rondando cada mes a un lugar diferente deseando que alguna de las familias que me asignaban decidiera quedarse conmigo. Los primeros meses intentaba llamar papá o mamá a alguno, pero con el tiempo me di cuenta de que era para nada encariñarse porque no eran para siempre que sólo me iban a durar un mes. Nadie era para siempre y fui tan estúpida que decidí ser masoquista y seguir creyendo que algún día alguien querría adoptarme. Ahora tengo a Christian y Beatrice, pero no es lo mismo aunque ellos legalmente son mis padres adoptivos yo no los puedo tratar como tales porque mi corazón ya está cerrado para cualquier tipo de amor. No tienes ni la menor idea de lo que es que esta pareja tenga una niña pequeña y que ella me llame hermana cuando yo siquiera puedo mirarle a la cara - le digo cabreada y con unas lágrimas cayéndome por las mejillas mientras a él por poco no se le desencaja la mandíbula.

-Lo siento no quería decir nada que te hiriese, no tenía ni idea de eso, por favor perdóname - dice mientras se compadece.

-No hace falta que te compadezcas ya estoy acostumbrada a que todo el mundo se compadezca de mí y por si no lo sabes lo odio - le digo aún enfadada al chico que sorprendentemente ha cambiado su voz fuerte por una amable.

-Siento mucho esto. ¿Te puedo hacer una pregunta?

Asiento sin siquiera saber porque estoy hablando sobre mi vida privada a un desconocido. Aunque no lo parezca suelo ser un poquito cerrada con lo que a mis sentimientos se refiere.

-¿A cuántas personas más le has contado cómo te sientes?

-A nadie, ya te lo he dicho no quiero que nadie se compadezca de mí. Creo que soy ese tipo de persona que prefiere escuchar las desgracias de los demás e intentar ayudarlos en lugar de poner mi propia cabeza en orden.

-Entonces, ¿por qué me lo has contado?

Realmente no sé qué contestarle, no puedo decirle que es porque me he sentido agusto con él porque va a parecer algo muy raro, porque quién se siente agusto y decidido de contarle sus problemas a una persona a la persona que acaba de conocer.

-No lo sé supongo que serán los nervios - respondo sin saber muy bien que he dicho.

-¿Nervios? ¿Por qué estás nerviosa?

Obviamente no le voy a decir porque eres porque has pasado de parecer un idiota a un trozo de pan que sinceramente parece querer escucharme.

-Porque tengo muchas cosas en la cabeza, demasiadas para ser sincera.

Justo en ese momento veo que hemos llegado a la casa de Christian y Beatrice y suspiro aliviada.

-Bueno pues ya hemos llegado - digo casi saltando del coche todavía en marcha.

-¡Emery, espera! - hago lo que me dice y él baja del coche - ¿Querrías venir conmigo a dar una vuelta mañana después de clase?

Admito que esa no me la esperaba ni viéndola de lejos.

-Claro - respondo sin pensar.

-Perfecto vendré a recogerte aquí. Ah y otra cosa si quieres hablar de lo que sea, ya sabes puedes llamarme y te apoyaré con todo - me dice el chico que parecía gruñón hace un rato.

-Sabes qué, gracias nunca he querido contarle nada a nadie sobre mi vida pero contigo es diferente.

Por favor que alguien me ayude desde cuando digo yo esas ñoñerías creo que necesito un psicólogo.

-¿Diferente bueno o medio aceptable? - comenta sonriendo y permitiendo ver dos hoyuelos que se le forman en las mejillas.

-Diferente muy bueno, de verdad - respondo con la misma sonrisa tonta.

-No es nada. Hasta mañana Emery - de repente lo veo al lado mía y dándome un beso en la mejilla.

Lo observo alejándose con el coche petrificada como una niña estúpida que no tiene dos dedos de frente.

Me ha dado un beso. Lo ha hecho. No ha sido una alucinación. Pero lo que más me perturba es, que yo no lo he apartado como he hecho con los demás durante todos estos años de mi vida.

¿Vale la pena saber tus raíces?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora