CAPÍTULO 20

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Samuel me agarra muy fuerte por no decir demasiado y me empuja contra la pared.

-¿Qué haces? - me atrevo a preguntar.

-Eso debería de preguntártelo yo, ¿no crees? - me responde con su cara casi rozando la mía.

-¿Por qué lo dices?

-Está claro que ibas a llamar a la puerta pero como vi que tardabas decidí abrirla yo, y verte que tenías pensado irte me dieron más ganas de meterte aquí, conmigo.

Sin ser consciente soy yo la que se le tira a él a los labios y acabamos haciendo lo que tantas ganas teníamos desde esta tarde.

Como dijo Beatrice la primera vez es algo especial y casi todo el mundo se suele sentir raro. Pero yo me sentí genial, estuvimos super bien compenetrados, y, como él ya sabía que nunca antes lo había hecho, tuvo mucho cuidado. Fue un acto muy generoso por su parte. Creo que no me arrepiento, más que todo por el hecho de que Samuel también se lo tomó como algo especial. Digamos que eso era algo nuevo para los dos; él siempre lo había hecho por diversión y no por amor.

<<Por la mañana>>

Una leve brisa gélida me despierta de mi sueño perfecto. Estaba soñando que Samuel y yo éramos una pareja feliz y que por fin habíamos conseguido estar juntos. Si hace unos días alguien me hubiera dicho que iba a acabar enamorándome y soñando cosas así con alguien le habría pegado una hostia por pensar cosas de mí que jamás iban a pasar, pero ahora me parece algo maravilloso.

Giro mi cabeza y veo que Samuel no está a mi lado. Por favor que no se haya ido, por favor, por favor. Sigo sintiendo frío y al mirar hacia la ventana del balcón veo que está abierta. Decido salir para respirar el aire de la mañana y escuchar el canto de los pájaros que se despiertan en la mañana para empezar su largo día de trabajo antes de bajar a desayunar.

Cierro los ojos y me imagino que mi chico está aquí conmigo y que no se ha ido, aunque no sé si ha bajado ya y sigue en la mansión o ya se ha ido a su casa.

Estoy tan concentrada en lo que estoy pensando que no me doy cuenta de que unos brazos fuertes me abrazan y rodean mi cuerpo por si quiero escapar que me sea imposible.

-Buenos días, Bella Durmiente. ¿Has dormido bien? - reconozco la voz que me habla al oído y esa forma tan peculiar de acercarse a mi cuello que hacen que mis piernas se sientan inseguras.

Me giro y veo que estoy en lo cierto, es Samuel. Menos mal que aún no se ha ido.

-¿Qué pasa? ¿Todavía sigues nerviosa? - sigue al ver que yo no contesto.

-No estoy nerviosa, y, ¡para de decir eso!

Intento soltarme de sus brazos pero es imposible, este muchacho tiene mucha más fuerza que yo, aunque para eso no hace falta correr mucho.

-¿De verdad creías que te ibas a soltar? ¿Creías que ibas a librar de mí tan rápido?

-Pero qué dices, déjame… tengo que ir a desayunar.

Buena excusa Emery, esa no te la crees ni tú.

-El desayuno te lo he traído yo con la ayuda de Beatrice...

-Perfecto. Voy a comer algo.

-No me has dejado terminar - me agarra con más fuerza para que no haga nada - Antes de que te deje ir a dormir tienes que darme algo que quiero.

-¿El qué? - me atrevo a preguntar.

-Tú sabes a qué me refiero - me dice susurrando con sus labios muy cerca de los míos.

¿Vale la pena saber tus raíces?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora