CAPÍTULO 18

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Siento como el aire gélido de fuera se cuela por la puerta recién abierta por Beatrice. Pero eso no es lo que me deja inmóvil, lo que hace que mi cuerpo se quede rígido es esa cara tan familiar y perfecta que asoma por la entrada dejándome de nuevo sin aliento. Cuando lo miro a su maravilloso rostro no puedo evitar quedarme embobada en sus ojos verde esmeralda. Entonces caigo en la cuenta y vuelvo al mundo real. ¿Por qué está aquí? ¿Le habrá surgido algo? ¿Se le habrá quedado algo aquí? Estoy empezando a ponerme en lo peor, así que con un impulso que ni yo misma sé de donde he sacado las fuerzas, llego corriendo al encuentro de Samuel y salto a sus brazos quedando con mis piernas rodeando su torso, lo estoy abrazando tan fuerte que siento que le cuesta respirar pero aún así no lo suelto, igual que él a mí. Unos segundos más tarde vuelvo en mí y noto que Samuel está empapado. Por favor que no le haya pasado nada, ahora no, ahora que estamos bien, no. Sé que suena ridículo por ser un chico al que acabo de conocer pero este chico ha despertado sentimientos en mí que nadie más habría logrado en mucho tiempo.

Me separo rápidamente de él para preguntarle qué le ha pasado, pero cuando voy a hacerlo este muchacho de fuertes brazos me abraza mucho más fuerte contra él, y, como es obvio, no lo aparto. Quiero disfrutar más de este momento.

-¡Ejem! - me aparto de Samuel sin ganas y veo que ese sonido proviene de Christian que está esperando saber qué pasa al igual que yo.

-¿Qué ha pasado? - le pregunto a Samuel sin saber exactamente si quiero averiguar la respuesta.

-Algún gracioso le ha dado por pinchar ruedas. La rueda delantera derecha de mi coche está pinchada y creo que ha sido con una navaja. Tengo otra de repuesto en el maletero del coche pero ha empezado a llover y no puedo hacerlo yo solo. He venido para preguntarle a tu pa… - hace una breve pausa sin saber si decir que es mi padre o qué hacer.

-Puedes decirlo - le digo agarrándolo de la mano para tranquilizarlo.

Dios, tiene la mano helada y noto que empieza a temblar. Como siga así va a caer enfermo.

-He venido para preguntarle a tu padre si podría ayudarme a terminar de cambiar la rueda para que pueda volver a mi casa - continúa él.

-¡Ni hablar! ¡No pienso salir ahí ahora! - dice mi padre muy serio.

-¡Papá! - le grito sin pensar.

-Tranquila - me dice como si nada. Ahora que estaba empezando a caerme bien ya la está cagando - No me has dejado terminar - sigue hablando entre risas - No pienso salir porque no te voy a dejar irte. Con este temporal es muy probable que tengas un accidente por lo tanto pasarás aquí la noche, y no pienso aceptar un no por respuesta - termina diciendo muy seguro de sí mismo.

¿Quedarse aquí? ¿Conmigo? ¿Samuel y yo una noche en la misma casa? Eso sería increíble. Por favor que diga que sí, que diga que sí.

-No quiero causar molestias - responde Samuel de forma amable ante Christian.

-¡Oh! Tranquilo no molestas, además yo tampoco pienso permitir que te vayas con este temporal de perros - contesta Beatrice metiéndose en la conversación.

-Tú quédate, además Emery estará feliz sabiendo que estás bien - dice Maddy.

Voy a matar a esta cría. Le mando una mirada asesina para decirle que mantenga la boca cerrada a la misma vez que me sonrojo, y el frío de la puerta de la calle, que aún sigue abierta, ya no me molesta, sino que ahora siento calor.

-En ese caso, me tendré que quedar para que Emery no se preocupe - afirma Samuel dirigiéndose a Maddy.

¡Uf! ya lo que me faltaba, estos dos compinchados. Espero que esta no se haga una noche muy larga.

¿Vale la pena saber tus raíces?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora