CAPÍTULO 4

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Tardo unos 10 minutos en llegar al lago. Todo está exactamente igual que siempre, para ser sincera me preocupa que haya gente que pueda hacerle algo a esta maravilloso lugar.

Ando un poco por el césped antes de llegar al lago y veo una camiseta que me suena en el suelo. Busco por todas partes a ver si hay alguien más aquí, pero no consigo ver a nadie así que decido ignorarlo y dirigirme al lago pensando que la camiseta será de alguien que haya estado allí hace poco.

Cuando me aseguro completamente de que no hay nadie cerca, me quito la ropa para quedarme en bikini y me meto en el agua helada para relajarme y pensar.

El agua helada me abrasa la piel y se siente como millones de cuchillos golpeándome. Esto es sin duda lo que quiero, un lugar donde poder relajarme y donde nadie me juzgue, donde no tengo que fingir nada de mi vida, donde no tengo que poner una sonrisa falsa en mi cara cuando en realidad me estoy muriendo por dentro.

Una vez ya me he relajado y estoy flotando en el agua algo me saca de mi ensimismamiento casi literalmente porque noto  que alguien me saca del agua en brazos. Cuando soy consciente de lo que está pasando abro los ojos, y para mi sorpresa es Samuel el que me ha cogido y me saca corriendo del agua. Tiene cara de estar asustado, estoy tan agusto que no tengo ganas de moverme ni de hablar así que espero a que me deje en el suelo antes de decir nada. Cuando mi cuerpo hace contacto con el suelo noto los labios cálidos de Samuel rozando los míos, en este momento no se que hacer, decido dejarme llevar y esperar que esto no sea un sueño. Me paro a pensar que está pasando, entonces me doy cuenta de que Samuel cree que me había ahogado y por eso ha hecho esto.

Me levanto apoyándome en los codos y mi “salvador” suspira aliviado y nervioso. Ahora ya no sé qué hacer porque si le digo que en realidad no me estaba ahogando me preguntará por qué lo he dejado besarme.

-¿Estás bien? - me pregunta Samuel aunque la verdad no sé qué decir es como sin no pudiese hablar - ¿Emery? ¿Me escuchas? ¿Cómo te encuentras?

-Estoy bien tranquilo - digo casi arrastrando las palabras.

-¿Qué te ha pasado? ¿No sabes nadar?

Joderrr

-Sí sé nadar y además no me estaba ahogando estaba descansado - mierda para qué digo eso. Maldigo mi manera de querer ser la mejor en todo lo que hago, y por si no os habíais dado cuenta, la natación es algo en lo que no dejo que nadie me supere.

-Entonces, ¿por qué me has dejado seguir? - dice Samuel con una pequeña sonrisa en la cara.

-No lo sé me ha pillado un poco de imprevisto y me he quedado paralizada. Ha sido tu culpa, nadie te pidió ayuda.

-¿Mi culpa? Pido al menos un 'gracias' por tu parte, he intentado ayudarte porque pensaba que te estabas ahogando.

De repente me siento mal, es verdad que ha sido un acto muy bonito querer ayudarme, creo que estoy pagando mi cabreo anterior, con mis padres, con él.

-Lo siento, de verdad. Me he pasado, entiendo que solo quisieras ayudarme. Gracias.

-No es nada, entonces ¿no ha significado nada para ti el beso de antes, no?

Esto es muy incómodo, es la primera vez que me encuentro con alguien aquí y la primera vez que dejo que alguien me bese. Desde pequeña nunca he querido que nadie se me acercara es por esto por lo que Sofía y Emma me preguntan tanto por qué razón tengo novelas románticas si no creo en el amor. Y la verdad no es que no crea en el amor, es solo que si dos personas se aman no puede haber un final feliz, puesto que cada una querrá seguir un camino diferente, y si para ellos si hay un final feliz es porque uno de la pareja no está siendo totalmente sincero con el otro.

-¿Qué? No, claro que no, además yo no salgo con nadie - respondo nerviosa.

-Vale, menos mal, porque yo tampoco salgo con nadie.

No entiendo qué me pasa pero algo dentro de mí me dice que algo sí me importa lo que ha dicho. Siento que sus palabras se me han clavado como un puñal en el corazón. Seré estúpida ¿qué me pasa? Yo no soy así, no me importa nada lo que este muchacho haga o deje de hacer con su vida, yo tengo la mía y ya está decidida.

-Bueno, entonces dime, ¿qué haces aquí? - me pregunta.

-Este es mi lugar favorito en el mundo, se que suena ñoño pero este es el único sitio donde puedo ser yo misma.

-No es para nada ñoño - dice Samuel mientras me agarra la mano.

-¿Y tú, qué haces aquí Samuel?

-Puedes llamarme Samu si quieres, y nada realmente, me cuando pasé por aquí entrando a la ciudad me gustó y quise venir a ver cómo es. Y si te soy sincero era aquí adónde te quería traer mañana después de la universidad, pero ahora que sé que conoces el sitio prefiero llevarte a otro lugar si tú quieres.

-Tranquilo, creo que me sentiría mejor si venimos aquí. La verdad es que este sitio me encanta y estaría muy bien estar en un lugar que me resulta familiar. Jajaja que ironía algo es familiar para mí.

-Aunque algo no sea de tu familia puedes sentirlo como tuyo.

-Gracias por todo, de verdad nunca he sentido nada igual, nunca he sentido que puedo contarle mis problemas al alguien sin que me juzgue o me diga que está mal pensar como pienso. Creo que será mejor venirme aquí contigo mañana que ir con Christian y Beatrice de viaje.

-Emery, deberías ir con ellos...

Voy a protestar pero me calla con un movimiento de mano.

-Entiendo que no sea lo tuyo ir con tu familia a ningún sitio, pero ellos han tratado de mostrarte su cariño, y seguro que si tú les cuentas todo lo que te ocurre las cosas cambiarán. Antes de que me grites y me mandes a la mierda por lo que te acabo de decir, piensa en ello, la mejor manera de seguir con tu vida es perdonando a quién te haya hecho daño, y siento que a quién tienes que perdonar es a ti misma.

Una pequeña pausa y silencio nos rodea y yo no sé que decir, salvo que tiene razón.

-Iré al viaje - es lo único que se me ocurre decir. Su mano se topa con la mía y lo miro a los ojos donde veo una emoción que nunca le he visto a nadie.

Samu y yo nos tiramos horas hablando y pasándolo bien. Jamás me había reído tanto con nadie ni tampoco me había comportando como con él como realmente soy.

Cuando miro el móvil veo que son las doce y que debería irme a la mansión aunque estoy tan bien que no tengo ganas de volver, hasta que Samuel dice que se tiene que ir porque sus padres lo están esperando desde hace rato, ojalá hubiera tenido yo unos padres que me riñeran por llegar tarde.

Subo al coche y durante el camino empiezo a pensar en cómo voy a decirle a Christian que sí voy a ir al viaje con ellos.

Al llegar a mi casa veo que sorprendentemente las luces están encendidas.

¿Vale la pena saber tus raíces?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora