CAPÍTULO 26

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-Hola mamá - le digo con una sonrisa poco creíble y dándole un abrazo.

-Hola Beatrice - responde Samuel dándole un beso en la mejilla.

Quién fuera esa mejilla.

Dios. Emery relájate.

Miro a Samuel y lo veo tan tranquilo hablando con mi madre. No lo entiendo, ¿cómo puede decirme eso y quedarse tan tranquilo ahora?

-Pasad, a la comida todavía le quedan dos minutos, así que podéis estar en el jardín o donde queráis.

Sin responder nada, entro a la mansión y empiezo a subir las escaleras para llegar a mi habitación, soltar mi mochila y encender el ordenador para que, cuando Gus venga a estudiar, ya esté funcionando.

Sigo metida en mis pensamientos, y no solo en lo que voy a hacer al llegar a mi habitación, sino también en la confesión de Samu hace unos minutos. Y tan ensimismada estoy, que no me doy cuenta de la presencia del chico que ha entrado en mi habitación justo detrás de mí, hasta que no me doy la vuelta.

-¿Nerviosa? - pregunta. Y, cómo no, ahí está otra vez esa sonrisa torcida que me derrite.

Hace unas semanas habría pensado que estaba enferma. Jamás en mi vida llegué a imaginar que fuera a enamorarme de alguien, y mira por donde estoy medio atontada por este muchacho. Tampoco imaginé que iba a ser capaz de llamar papá y mamá a Christian y Beatrice, pero supongo que eso sería cuestión de tiempo, puesto que nunca los vi de buena manera y, ahora que me he dado cuenta que de verdad les importo, no me imagino una vida sin ellos. Aunque todavía tengo muchas dudas sobre mi pasado y sobre ellos, pero eso lo voy a descubrir cueste lo que cueste.

-No, no estoy nerviosa - respondo demasiado rápido, supongo que se habrá dado cuenta de que miento. Además, ¿cómo no voy a estar nerviosa estando aquí con él? La suya sí que es una pregunta estúpida.

-Entonces, ¿sólo estás distraída? - vuelve a preguntar.

-Sí, tengo muchas cosas que hacer y no sé por dónde empezar - al menos esto sí es verdad.

-Bueno, si quieres yo puedo ayudarte a relajarte - dice y empieza a recorrer la poca distancia que nos separa.

-¡No! - grito.

-Vale, vale, tranquila, Emery. Sólo quería ayudarte con la tarea de hoy pero si no quieres que te ayude haberlo dicho, no hace falta gritar.

¿Cómo puede decir eso? Está totalmente claro cuáles eran sus intenciones a mí este chico me va a volver loca.

Pero ahora vamos a ver quién de los dos gana.

-Perdón, es que me había parecido haber visto una cucaracha, pero era una falsa alarma - miento. Es bastante obvio que creía que se iba a abalanzar sobre mí - Y, además, Gus va a venir después y vamos a hacer un horario con todas las cosas que tenemos que realizar durante las próximas semanas.

-Genial, a mí también me hace falta organizar mis cosas, podría quedarme y así me ayudáis a preparar las clases. Si no os molesta.

-Claro que no… En fin, que no eres una molestia… Puedes quedarte - digo a trompicones. Es increíble que esté de los nervios cuando voy a ser yo la que le va a dar un poco de su medicina.

-Perfecto, gracias.

-No es nada, solo vamos a estudiar ¿por qué debería de decirte que no puedes venir?

-Por nada, además, tú misma lo has dicho, solo vamos a estudiar - y ahí está de nuevo. Su voz seductora y su sonrisa pícara.

Concéntrate, Emery. Vas a darle una lección, no te puedes distraer.

¿Vale la pena saber tus raíces?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora