Capítulo 4

1.8K 293 299
                                    


S T É F A N O

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

S T É F A N O


—¿Te metiste en una pelea? —pregunta Luna tomando mi mano y pasando su pulgar suavemente por las heridas.

—Algo así... —Quito mi mano de entre las suyas restándole importancia.

Ella suspira mirándome con ojos de cachorrito, pero me aparto y me pongo de pie para encender la consola de videojuegos.

—¿Quieres contarme algo? —insiste tomando un mando a distancia antes de que yo lo haga, obligándome a tomar el otro.

—No —respondo aun mostrando distancia.

—¿Estás molesto conmigo? —Entrecierra sus ojitos arrugando su nariz como si eso la ofendiera muchísimo.

La verdad es que no, no puedo estar molesto con ella nunca, pero no voy a dejarle pasar tan fácilmente la forma tonta en la que se comportó con Arianna ayer.

—Dijiste que las cosas no cambiarían —protesta en cuanto no obtiene una respuesta.

—No lo han hecho. —Mantengo los ojos fijos en la televisión mientras muestra el logotipo del juego de básquet que he puesto y comienza la carga.

—Ya... Lo siento —suspira y su voz se oye triste.

Y a la mierda el personaje rudo, ya me siento culpable, pequeña manipuladora.

Hago un esfuerzo por mantener mi seriedad, pero que conste que estoy yendo en contra de mi naturaleza.

—No se me hace justo, cuando yo he tratado a cada imbécil que me presentas como si fuera un amigo.

Thiago, el de ahora, no es taaaan imbécil. Pero otros sí lo han sido, y de todas formas nunca he odiado a ninguno. Sería hipócrita odiar a alguien por quererla, supongo que enamorarse de Luna es un efecto colateral de pasar tiempo con ella.

—Tienes razón, perdóname —murmura como niña regañada—. Me preocupa que te dañen, te quiero demasiado.

—¿Y tú crees que nunca he tenido miedo de que te lastimen? Eso no es justificación para tratar mal a alguien que no conoces.

—Lo siento, Toti —insiste poniéndose de rodillas sobre el sofá para abrazarme por la fuerza y darme un beso en la mejilla—. Tienes razón, no lo volveré a hacer, me haré su mejor amiga si tú quieres.

—No tanto, solo sé linda con ella y es suficiente.

—¿Aún me quieres? —pregunta con voz tierna poniendo su rostro frente al mío para obstruirme la visión a la pantalla.

Nos separan unos pocos centímetros, la tentación de besarla es tan grande que me pone nervioso.

Dicen por ahí que los Romano somos todo menos cobardes, pero esa regla no aplica a mí.

Por una mirada [PR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora