Cᴀᴘ. 2

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Los nuevos

Después de un largo camino en carretera con un grandísimo bosque a un lado y un par de edificios más, por fin pudimos llegar a la ciudad como tal

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Después de un largo camino en carretera con un grandísimo bosque a un lado y un par de edificios más, por fin pudimos llegar a la ciudad como tal. Era linda, diferente a Beaufort por lo que veía. Había muchas torres altas y veía unas pequeñas cascadas, es decir agua, lo cual no era tan diferente a Carolina del Sur.

—Estamos a pocos minutos de llegar—avisó papá.

Yo seguía mirando a través de la ventana y me percaté hasta este momento que ya había dejado de llover desde antes de que bajara de la camioneta frente a la tienda.

—¡Ya quiero llegar!—habló Asher entusiasmado.

—Hey—vi que mi papá tomó el mentón de Abby quien estaba llorando un poco. ¿Por qué?

—¿Cuándo va a venir a vernos?

—No creo que pronto—respondió papá dando algunas miradas al camino—pero te aseguro que vamos a estar bien, quiero lo mejor para ustedes. Solo hay que ser fuertes—le dio un apretón a la mano de Abby para que ella solo asintiera.

La verdad no me interesa mucho a que se referían, solo me llamaba la atención saber qué otras cosas hay en Pickering. Tengo ganas de conocer más este lugar.

—¿Cómo van allá atrás?—preguntó papá viéndonos por el espejo retrovisor.

—Bien—respondimos los dos que sabíamos hablar.

—Perfecto. Falta poco, no se desesperen.

Luego pasaron unos minutos hasta que por fin llegamos a una calle donde había muchas casas preciosas y mucho más grandes que donde vivía antes.

—¿Aquí vamos a vivir?—preguntó Asher emocionado al ver lo mismo que yo.

—Así es, exactamente...—metió la camioneta en el patio de una casa—aquí—sonrió.

Tiene dos pisos, es gris y con ventanas por doquier. No podía dejar de mirar lo bonita que es, me gusta, hay mucho espacio para jugar. Realmente me estaba agradando Toronto.

—¿Y ya está amueblada?—preguntó Abby saliendo de la camioneta junto a todos.

—Así es, cada quien ya tiene su habitación y no hay cambios, ¿de acuerdo?—respondió mi papá.

—Si—asentimos.

—Yo llevaré a Alex, tú ve a ver la casa con tus hermanos—él se acercó a mi y en seguida le sonreí.

Corrí directamente hacia la puerta pero antes me detuve al escuchar una puerta abrirse. Miré hacia atrás, exactamente a la casa de enfrente donde estaban saliendo dos niños. Creo que es el mismo niño que me ayudó a alcanzar mi chocolate. En fin, me interesaba más la casa así que entré rápidamente a esta.

Observé la sala, era muy linda y espaciosa, luego pasé a la cocina donde había una puerta que llevaba al patio de atrás, ¡ahí había una pequeña alberca!. Terminé cruzando el comedor para luego pasar a dos puertas más, una tenía paquetes de comida y otra era un baño. Después subí al segundo piso, ahí mis hermanos ya estaban adentro de sus habitaciones, así que yo caminé a un cuarto que tenía un pequeño sticker de un elefante. ¡Me gustan mucho los elefantes!. Al entrar me di cuenta de que esa era mi habitación porque la mayoría de mis cosas estaban dentro.

Había muchos colores, me gustaba que fuera tan brillante todo. Observé las paredes y la decoración que me hacía sentir como la princesa de un cuento.

Me acerqué al sofá que se encontraba en un rincón y me senté un momento para observar todo lo que había. Aún me faltaban mis muñecas y otras cosas pero se veía muy lindo. Mucho mejor que la que compartía con Abby.

—¡Chicos!—gritó mi papá—¡bajen a comer algo!—en seguida escuché los pasos de Asher bajar las escaleras—¡no corras, Asher!—reí burlona saliendo de mi habitación para bajar con todos los demás.

—¿Qué vamos a comer?—preguntó Abby sentándose en una silla frente a una barra que tenía la cocina.

—Pensaba en que por el tiempo podía hacer macarrones con queso y pedimos una pizza, ¿qué dicen?

—¡Si!

A mi me gusta mucho esa comida, aunque mamá casi no la hacía porque decía que no era nutritivo. A fin de cuentas, cuando mi papá estaba y mi mamá no, era lo que él preparaba.

—Bien, Abby me ayudará y por lo mientras ustedes pueden ir a jugar o acomodar sus cosas, ¿está bien?

Todos asentimos de acuerdo, así que Asher y yo salimos de la cocina para ir a la sala donde estaban nuestras maletas.

—¿Me ayudas a conectar mi consola?

—No.

Nunca me ha gustado ayudarle porque cuando yo le pido algo siempre dice que no.

—¿Por qué?—preguntó después de rodar los ojos.

—Porque voy a jugar afuera—abrí mi maleta y saqué una pelota azul de plástico que había empacado.

—¡Hay que jugar fútbol!—tomó mi pelota haciéndome verlo molesta. ¡Es mía, no suya!

—No. ¡Dame mi pelota!—intenté quitársela pero él corrió hacia la puerta y la abrió para salir, yo lo seguí aún gritando su nombre con enojo—¡Asher!

—¡Vamos!, ¡hay que jugar!—dijo poniendo la pelota en el suelo.

Todo lo demás fue muy rápido porque ni siquiera me di cuenta cuando la pelota rebotó contra mi cara.

—¡Asher!—sobé mi mejilla adolorida. Ya se había pasado.

—Yo no fui—me miró extraño mostrándome la pelota azul en donde estaba la última vez que la vi. Que raro.

En seguida escuché pasos a mi izquierda así que los dos volteamos para ver a un niño, el mismo niño que me ayudó hace un rato.

—Solo vine por mi pelota.

¿Y las disculpas?

Caminó hacia los arbustos donde supongo botó su pelota. ¿Venganza?. Si, tenía que vengarme del pelotazo que me dio.

𝑶𝒏𝒍𝒚 𝒚𝒐𝒖・*:.˛ ˚𝗦𝗠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora