Me gusta sentir las gotas de lluvia chocando en mi rostro, el viento soplando en mi ser, me gusta jugar fútbol bajo un día soleado, bajo la lluvia, da igual, me gusta esa sensación de soledad cuando observo las nubes desde mi ventana o el sabor amargo de una taza de café acompañado de un buen libro o un manto en invierno. Hay muchas cosas que me gusta y si me preguntas ¿Qué es lo que más me gusta? Creo que la respuesta seria: Rocío Sprohnle.
Suele pasear por las instalaciones de la universidad rodeada de sus amigos. No es la típica chica popular del instituto a quien pretenden todos los hombres y la que es envidiada por las chicas, tampoco es la más social, no es para nada perfecta pero eso no importa, al fin de cuentas, nadie lo es. No sé mucho sobre ella, pero me gustaría saberlo todo.—Oye Sam, no olvides los planes para hoy. —Bajamos del auto y caminamos a la entrada de la universidad.
—Lo sé Marcos, no tienes que estar repitiéndolo, llevas haciéndolo toda la semana. —Subí la mano hasta mi cabeza y alborote mi cabello.
—Ya te conozco, al no recordártelo se te olvidara y me pondrás algún pretexto para no salir. —Hizo una mueca de disgusto.
—Ya, ya, relájate además tienes que recordarle a Andrea. —Mi atención se fue hacia una persona.
—¿Qué pasa? —Su mirada se desvío hacia donde la mía apuntaba. —Oh, ya veo... ¿Por qué no le hablas?
—Sabes que no puedo. —Mis ojos seguían cada paso que daba.
—Siempre dices lo mismo. Si puedes, pero no quieres —Soltó un pequeño suspiro sabiendo que por más que insistiera, no le hablaría.
—Vamos a clases, está por sonar la alarma. —Al ir en la misma facultad tenemos exactamente el mismo horario.
Las horas transcurrían de manera lenta, distintos grupos de alumnos iban y venían apurados a sus siguientes clases, otros reían sentados en las jardineras disfrutando alguna hora libre, mientras yo leía un libro sentado en una de las tantas escaleras que conducen al segundo piso. Marcos y Andrea; mis mejores amigos, conversaban sobre alguna clase, eso creo, no estaba en su plática. Pienso que deberían ser pareja, parecen una, pero ninguno tiene interés por el otro en esa forma. Seguí leyendo hasta que Marcos golpeo mi cabeza de una forma amistosa, observe sus ojos y pude notar una maliciosa sonrisa en ambos.
—¿Ahora que traen entre manos? —Guarde el libro en mi mochila, cuando sonríen de esa manera, sé que no podre leer tranquilamente.
—Estábamos pensando en invitar a Roció a los bolos. —Marcos me dedico una sonrisa llena de picardía.
—¿¡Porque!? —Exprese un poco enfadado, entiendo que no lo hacen de mala fe y solo quieren echarme una mano.
—Bueno... Roció es una vieja amiga de la preparatoria así que puedo invitarla y no sé... tal vez puedas hablar con ella, al fin de cuentas llevas acosándola desde que la viste a mediados del primer semestre. —Cruzo sus brazos sonrientes.
—Así es, deberías acercarte y hablarle, es una buena oportunidad, en ocasiones da miedo verte parado observándola como si fueses un francotirador siguiendo a su objetivo. —Marcos dio una pequeña palmada en mi hombro mientras se sentaba a lado.
—Vamos, ella nunca me haría caso, mejor así, además tal vez ya tiene a alguien mejor que yo. —Desvíe la mirada a otro punto para evitar hacer contacto visual con ambos.
—Sam, debes dejar de menospreciarte, eres un buen chico. —Andrea deposito un pequeño golpe en mi oreja derecha en señal de reproche.
—Aunque le hable y se interese por mi ¿Que podría ofrecerle? No tengo nada bueno, no soy bueno hablando con las chicas, menos con ella, siento que le aburriría, ya dejen ese tema en paz, no lograran nada, no sería buen partido para ella. —Tome mi mochila, después me levante y salí caminando de ese lugar tratando de huir, aunque fue inútil, ya que escuchaba sus pasos detrás de mí.
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Caminos Cruzados
RomanceSam y Rocío son dos jóvenes que estudian en la misma universidad, pero nunca han cruzado palabra alguna, soló miradas, hasta que llega el día en el que cruzan sus caminos finalmente, ambos tienen sus problemas, y ambos buscaran la manera de ayudarse.