Capitulo: 29

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—Muy bien ¿que te parece este? —No sé cómo termine en un probador de ropa femenina ayudando a Liz escoger ropa nueva, principalmente porque no estaba ayudándole en nada, ella misma respondía a sus propias dudas. —No, supongo que me quedare con el conjunto anterior... Ay no sé, me seguiré probando cosas.

—Liz, todo te queda muy bien, ¿puedo irme? —Sentia las miradas rodeandome, no es común ver a un hombre cerca del vestidor de mujeres.

—¿¡Que!? ¡No! ¿Porque? —Practicamente grito haciendo que las presentes le escucharan.

—Es que... Soy un hombre en un probador de mujeres, ¿tu que crees?

—Ay ignoralas, no las estas viendo, me estas viendo a mi, así que mientras no me quites el la vista de encima, no pasa nada... Vale, eso sonó mal, pero tu me entiendes. Además dices eso para que escoga algo y nos marchemos ya.

—Claro que no, todo te queda muy bien, eres tan bonita que los conjuntos te lucen, pero si me lo preguntas a mi, me gusta más el pantalón negro con la blusa blanca y chamarra negra con el gorro.

—¿Soy muy bonita? —Salio sonriendo.

—Ehhh... ¿Si?

—Vale, me llevo este. —Escogio el conjunto que le dije, bastante simple pero lindo.

Pago la cuenta y salimos de la tienda, avanzamos por los pasillos de la plaza, en todo el trayecto no dejo de molestarme por decirle "bonita" sólo me limitaba avanzar lo más rápido posible, quería verme sonrojar y no le daría este gusto. Nos encontramos con los chicos unos cuantos metros más, seguían en el puesto de videojuegos donde los dejamos, al vernos salieron para encontrarnos, traían un par de bolsas con algunos videojuegos y figuritas.

—¿Como te fue? Una tortura ¿Verdad? —David recibió un golpe en la cabeza.

—Tortura convivir contigo, viejo mugroso. —Antonio y yo nos reímos.

—A veces no mides tus golpes, pudiste haberme causado una contusión. —Sobo su nuca.

—Tal vez así se te quite lo tonto, deja te acomodo esas neuronas a golpes.

—Ya, me rindo, no mas golpes contra David y menos en el rostro, que de eso vive. —Lo miramos alzando una ceja.

—Bueno, dejemos los juegos a un lado, se supone que veniamos a ver una película cuya función término hace 2 horas, ¿ahora que haremos? —Antonio tenia razón, se supone que íbamos a distraernos hasta que diera la hora, pero perdimos la noción del tiempo.

—Vamos a cenar y después nos marchamos a casa, no tiene caso esperar la siguiente función, saldremos muy tarde, debemos madrugar para ir al trabajo. —Asintieron ante mis palabras, nos marchamos de la plaza un poco decepcionados por no ver la película, pero ni modo.

Terminamos ordenando comida a domicilio, últimamente mi casa era el punto de reunión, no me molestaba en lo absoluto. Me gusta ver cómo conversan entre ellos, ya no se molestan en incluirme porque lo hago yo mismo, comienzo a sentirme parte de su grupo, su amistad se volvió importante, hace unos días me comunique con Andrea y Marcos, el siguiente fin de semana vendrán de visita, hay tantas cosas que quiero decirles, desde que Rocío estuvo aquí, verla avanzar me motivo, tengo que hacerlo yo mismo o de lo contrario seré el único estancado, mi madre seguro estaría decepcionada.
Llego la cena, y cómo si nos estuviéramos muriendo de hambre comenzamos a cenar.

—Joder, cómo me gustan estas hamburguesas. —Hablo Antonio.

—Mientras más antihigiénico se vea el lugar, más sabrosas están. —Agrego David.

—Quisiera decirles que están locos, pero... —Dio una mordida. —Es que si están muy delisiosas.

—Yo creó que el toque se lo da la carne de rata. —Liz hizo una mueca de asco y los chicos asintieron.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora