Capitulo: 6

19 2 0
                                        

La alarma de mi móvil comenzó a sonar, indicando que era hora de levantarse. Me di cuenta de que había pasado toda la noche dormida en la mesita haciendo tarea, con razón mi cuerpo se sentía cansado y adolorido, no tenía tiempo para quejarme o se me haría tarde, arregle mis cosas, cambie la ropa y lave mi dientes antes de salir de casa, papá en esta ocasión me llevaría a clases, íbamos en completo silencio, me sentía incomoda por una extraña razón, no podía esperar más a llegar.
Baje del auto despidiéndome de mi padre con un beso en la mejilla, para después avanzar por la entrada principal, desde que Sam se abrió conmigo, lo acompañe en más de una ocasión con su madre, ambas nos hemos hecho buenas amigas, a veces olvidamos que Sam esta ahí, pero me alegra verlo un poco más suelto y relajado, no negare que aún se mantiene al margen, pero tampoco puedo presionarlo. Las clases dieron inició, un día más avanzaba, mis amigos no paraban de jugar entre ellos, temía que la maestra me regañara por igual sí nos descubría, yo no estaba haciéndoles caso, incluso los regañe en una ocasión, pero me ignoraron, los minutos avanzaron hasta que se volvieron horas y así tuvimos tiempo libre para tomar algo, Alonso fue a comprar lo que le pedimos, Mariana y Melisa no perdieron la oportunidad para preguntarme por Sam, el momento iba a llegar, eso era seguro, y más porque en algunas ocasiones me iba con él al salir de clases, trate de no decir nada que no debiese, simplemente les explique que me pidió ayuda para un tema y le daba asesorías, obviamente no me creyeron, pero dejaron de insistir porque les explicaba lo mismo cada que preguntaban, la tortura término cuando Alonso regreso, por alguna razón, cuando el estaba, no hacían esa clase de preguntas.

—No había jugo de manzana, así que les traje de durazno, ¿está bien?

—Yo no tengo problema, gracias Al. -—Le dedique una grata sonrisa.

—Hubieras traído de uva mejor. —Mariana hizo un gesto que me disgusto.

—Es cierto, el durazno casi no nos gusta, para la otra piénsale mejor. —Melisa ni se diga, me irrito más.

—Lo siento, no volverá a pasar, es más, iré a cambiárselos. —Alonso se levantó y tomo los jugos de mis amigas con intensión de irse nuevamente.

—Si, por favor, si vas hacer las cosas, hazlas bien. —Eso me hizo enojar.

—Bueno, entonces vayan ustedes, las he visto tomar jugo de durazno y no se han quejado, sí solo quieren joderlo, no está bien, no sean delicadas y mamonas. —Levante un poco la voz, menos mal estábamos en las canchitas.

—¿Qué te pasa? ¿Porque nos hablas así? Solo estamos jugando, relájate Rocío, no te sientas la más correcta. —Mariana me respondió con ese tono retador.

—Chicas, no discutan, no pasa nada, ahorita cambio los jugos, no hay problema. —Alonso trato de calmar las cosas.

—No Alonso, si hay problema, en otras ocasiones no dicen nada, y ahora resulta que las señoritas no pueden tomar jugo de durazno porque no les gusta.

—Bueno, y eso a ti ¿Que te importa? Nosotras no andamos llorando por cualquier cosa como tú.

—¿Que mierda te pasa Mariana? ¿Tienes algún problema conmigo? -Ahora si estaba enojada.

—Mariana, no es para tanto, Rocío tiene razón. —Melisa se asustó un poco, no esperaba que esto pasará, así que también trato de calmarnos.

—Ahora que lo dices... ¡Sí! Tengo un problema con la señorita perfecta, me enferma que trates de ser el centro de atención, que te comportes como la chica buena, la que no se equivoca o hace nada malo, la que habla bonito y trata de ser buena persona con todos, eres tan falsa, además de no querer contarnos lo relacionado con aquel imbécil miedoso. Ese es mi problema.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora