Capitulo: 14

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La luz del sol comenzó a colarse por mi habitación, llegó hasta mi rostro provocando que perdiera el sueño por la incomodidad. Me senté en la orilla de la cama, mi concentración se centró en mis zapatos, una vez más analicé la conversación de anoche con Rocío, no podía creer que después de haber declarado nuestros sentimientos, decidiéramos ser simplemente amigos, parecía la estupidez más grande del mundo, no había coherencia en aquello, pero ambos sentíamos que así sería mejor.
Entre a la ducha y tarde bastante, necesitaba aclarar mi mente y el agua recorrer mi cuerpo ayudaba. Cuando estuve listo para salir, entre a la habitación de mi madre, quien se encontraba dormida, salí casi de inmediato, no quería molestarla, por otro lado, tenía pensado hacer el aseo, pero la casa se veía bastante bien, tal vez lavar algunos platos, pero era lo único, así que rápidamente lo hice, al terminar, decidí relajarme, no había clases, así que podía terminar mis deberes antes de irme a trabajar, pero antes desayunaría algo, no tenía ganas de cocinarme algo, ni siquiera había algo para recalentar, necesitaba hacer las compras de la semana pronto, mientras tanto pediría un desayuno de cualquier restaurante que ofreciera este tipo de menú, justo estaba por hacer la llamada, cuando alguien llamó a mi puerta, abrí para ver de quien se trataba, entonces caí al suelo, algo o mejor dicho, alguien me había empujado, estaba por reclamar, pero al ver de quien se trataba, simplemente opte por preguntar el motivo de su visita, no obstante sólo observe cómo avanzaba por mi casa, como si fuese de ella, no la interrumpí, quería ver que hacía; sacó algunas cosas de su mochila, y las dejo en el refrigerador, después busco utensilios de cocina, ahora si estaba intrigado, aun así, no hable para nada, se veía tan concentrada que simplemente me recargue en la puerta de la entrada a la cocina, observándola en completo silencio. Corto unas pechugas de pollo y comenzó a sazonar, además corto algunas verduras y chile en rajas, las mezclo con el pollo, tapó el sartén, avanzó hasta mí, y paso por un lado sin dirigirme la palabra, ni una sonrisa, la seguí con la mirada, entro a mi habitación sin pedirme permiso, unos minutos después salió con una de mis camisas y la blusa que traía puesta en la mano izquierda, regreso a la cocina y guardo la blusa en su mochila, entonces siguió con lo suyo, hasta que decidí hablarle.

—¿Me puedes explicar que haces? —Me observó de reojo, y siguió fingiendo que no estaba. —Sarah, responde.

—No me gusta que me interrumpan mientras cocino, y en el trabajo es completamente diferente, así que guarda silencio.

No volví a interrumpirla, deje que se concentrara y fui directo al comedor, para limpiarlo sí era necesario, acomode algunos platos y vasos, también saque servilletas, parece que íbamos a desayunar juntos. Termine de acomodar y regrese al mismo lugar, finalmente volteo a verme y sonrió, entendí que ya estaba por terminar, entonces mamá apareció en la cocina, observo a Sarah y alzo una ceja al ver una de mis camisas puesta en ella, pero no dijo nada, simplemente la saludo, en cuestión de minutos sentí que mi presencia era innecesaria en el lugar, porque ninguna de las dos parecía prestarme atención, solté un suspiro y camine hasta la sala de estar, encendí el televisor, ningún canal llamaba mi atención, entonces lo apague, revise mi móvil, tampoco había algo de interés, las risas se escucharon y mi madre grito mi nombre, rápidamente me acerque a ella, tenía un plato con la comida, me indicó que todo estaba listo, entonces se marchó para dejarnos solos, confundido observe a Sarah, quien sonrió cómo si no hubiese pasado nada raro.

—Tu mamá me agrada. —Acomodo nuestros platos, debía admitir que la comida se veía deliciosa.

—Ya lo note.

—En el refrigerador hay jugo de naranja natural, la metí al refrigerador para que estuviera más fresca, ¿Puedes traerla? —Hice lo que me pidió.

—Ahora sí, ¿Me explicas lo sucedido? —Esta vez tenía que responder.

—Ayer discutí con mis padres, no tenía ganas de verlos, había planeado prepárales el desayuno, pero no sé lo merecen, así que decidí venir aquí, y hacer de tu cocina, mía, no puedes quejarte, porque limpie lo que utilice, tú mamá no me dijo nada, y te daré de comer. —Sonrió con simpleza, no iba a recriminarle nada.

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