—Lo lamento, quisiera poder hacer más.
—Descuida, debes descansar, no puedes trabajar, no debes forzarte, además, me ayudas con el aseo, cosa que no deberías, así que no te preocupes.
—No quiero dejarte todo el trabajo a ti, ahora que no estoy trabajando, no estoy ganando dinero y te estoy dejando todo el peso a ti.
—Mamá, no te preocupes por eso, puedo manejarlo, recuerda que aumentaron mi sueldo y obtuve una beca con la que me estoy facilitando el trabajo.
—Sé que lo estás haciendo, pero estas desperdiciando tiempo por mi culpa, deberías estar con tus amigos, y esas cosas, no cuidando de tu madre. —Sus comisuras descendieron, ya no tenia el brillo en sus ojos, se le notaba pálida, más delgada, su cuerpo mostraba lo tanto que había estado sufriendo.
—Cuidabas de mí cada que enfermaba, todos los días haz estado al pendiente, desde hace años solo te has centrado en mí, priorizas mi bienestar y nunca el tuyo, así que déjame devolverte un poquito de todo lo que has hecho por mí, de que me sirve salir con mis amigos, si voy a estar preocupado por mi madre, así que deja de decirme todas as cosas.
Ambos guardaron silencio, Sam sintió el tacto de su madre en la mano derecha, al fijar su vista en ella, noto una gran sonrisa, seguido de un "gracias". El castaño le restó importancia, todo lo que estaba haciendo no era para agradecer, era su deber, al menos así lo sentía, cuidar de su madre era lo mínimo que podía hacer. Últimamente la vida se había vuelto complicada, tenía que lidiar con tantas cosas, a veces sentía que iba a explotar, muchas veces aguanto las ganas de llorar, de gritar; Sarah se volvió un pilar incondicional para el, cosa que nunca imaginó, pero agradecía el haberse cruzado en su camino. Termino las tareas del hogar y sus deberes escolares, así que podía relajarse el resto de la tarde, justo en ese instante, llamaron a la puerta, algo cansado se levantó para atender, al abrirla, Marcos y Andrea entraron, cargaban un par de bolsas en las que suponía, había comida, Marcos llevo una bolsa hasta la cocina, saco unas bebidas y las metió al refrigerar, dejando tres afuera, entonces supo que se trataba de cerveza, por otro lado, Andrea buscaba algo en la alacena, sonrió al encontrar lo que necesitaba, dejo que sus amigos se movieran por todo el lugar como si se tratase de su propia casa, Andrea preguntó por la madre de este, respondió que yacía durmiendo plácidamente en su habitación, ya había cenado así que no tenían que preocuparse por ella, siguió a sus amigos hasta la sala, Marcos le tendió una lata, los tres abrieron la bebida y dieron un gran trago, disfrutando del sabor amargo y lo frío de cerveza, soltaron un suspiro de satisfacción.
—Gracias chicos, pero ¿Que hacen aquí?
—Andrea quería venir, así que pensamos en visitarte y traer algo para cenar.
—No me haz llamado estos días, creí haberte dicho que estaríamos al pendiente y no dudaras en hacerlo. —Andrea sabía que no era muy buena idea dejarlo tanto tiempo sólo, o de lo contrario, su mente haría estragos si se ponía a pensar en todo lo que a sucedido, eso solo haría que entrase en una especie de crisis.
—Lo siento, pero nos vemos en la universidad, no te preocupes tanto, estamos bien, lo tengo en cuenta.
—Aun así, sabes que no voy a dejar de preocuparme, además, no sabía que teníamos que pedir permiso para visitar a nuestro mejor amigo.
—Andrea tiene razón, somos tus amigos y por ende, no tenemos que pedirlo, podemos venir cada que queramos. —Extendió la palma de su mano y la joven choco su mano con la de el.
—Bien, en eso tienen razón, pero al menos avisen, así no me tomaran desprevenido. Gracias por todo.
Los minutos pasaron, disfrutaron de la cena y la cerveza mientras charlaban sobre distintas cosas, con amigos, los días eran más llevaderos, antes pensaba que no necesitaba la ayuda de nadie y que podría resolver todo solo, ahora se daba cuenta de lo mal que estaba, gracias a sus amigos, es que no se había vuelto loco, quería compensarles de alguna forma, pocas personas suelen quedarse cuando las cosas andan mal, mientras todo sean risas, tengas dinero, o seas una persona reconocida, nunca te faltaran "amigos" pero cuando todo se va a la mierda, pocos son los que sé quedan, los que te ayudan a ponerte de pie cuando estas en el suelo, los que te consuelan, los que dejan que llores en su hombro. Esas personas valen más que el oro, puedes tener muchos conocidos, y pocos amigos, lamentablemente así es la vida, así son los humanos, la mayoría no dudara en cambiarte cuando ya no les sirvas, todos viven bajo sus circunstancias, por lo que creen correcto, y por lo que creen que les hará bien, pero no se detienen a pensar en los demás, actualmente todos dan su opinión, y ya no se respeta como antes, años atrás, antes de las redes sociales, podías expresar tu gusto por algún tema, ahora te critican por tener ese gusto, te critican por todo, por no pensar como ellos, ¿Quién mierda les dijo que todos debemos pensar igual que ellos? Es como si se necesitará más que nunca la aprobación social, de esta manera se van perdiendo los valores, las amistades dejan de ser reales, los sentimientos pasan a segundo plano, y es lamentable, no obstante, siempre hay un "pero" a pesar de todo, existen personas dispuestas a demostrar lo contrario, cuando encuentres a esas personas, no dudes en atesorarlas.
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Caminos Cruzados
RomanceSam y Rocío son dos jóvenes que estudian en la misma universidad, pero nunca han cruzado palabra alguna, soló miradas, hasta que llega el día en el que cruzan sus caminos finalmente, ambos tienen sus problemas, y ambos buscaran la manera de ayudarse.