Taehyung
La respiración lenta y algunas veces errada de Jungkook me hacia saber que estaba haciendo buen trabajo, y que le hiciera tantas cosas en el cuello le estaba gustando.
Me parecía de lo más tierno escuchar sus jadeos pequeños, y aunque ese adjetivo no fuese de acuerdo con la situación, me parecía que le quedaba estupendamente bien.
Me había sido imposible no hacer algo como esto teniéndolo ahí, riéndose de vez en cuando de algo que decía y mirándome con esos ojitos brillosos que descubrí que me gustaban.
—Taehyung alguien podría subir y nos vería y- —puse mi índice en sus labios rosados y mojados y los miré atentamente muy cerca de él, deteniendo cualquier sonido que saliera de estos como queja.
—Tú sólo disfruta esto, Jungkook-ah, sé que lo quieres —Murmuré acercandome a sus labios para rozar estos pero sin hacer nada más mirando sus ojos, con una pizca de diversión en mí.
Me hice hacia atrás con una risita y destape el último helado, de chocolate; mi favorito. Llené el cubierto vagamente y lo pasé por los labios entreabiertos de Jungkook, llenándolo un poco en la barbilla. Dejé el cubierto en la tasa y me acerqué más a él para besarlo, quitando todo el helado y sacándole pequeños jadeos extasiados al Jungkook.
Mordi sus labios algo hinchados varias veces y bajé a su barbilla para quitar todo resto que hubiese con mi boca. Satisfecho, me lamí los labios y me hice a un lado para mirar su rostro.
—E-eso fue... —murmuró lamiendo sus labios con un suspiro bobo. —... Delirante.
Sonreí satisfecho y asenti mirando hacia otra parte de nuevo. —Mira, ya va a ponerse el Sol —dije señalando el cielo.
—Me gustan los atardeceres —dijo de acuerdo y yo eleve mis comisuras asintiendo.
Continuamos charlando como si no hubiese pasado lo anterior, y descubrí que a Jungkook le gustaba bailar, al igual que cantar. Era un chico con muchas cualidades y talentos bastante variados. Le gustaba el arte, la danza, amaba comer comida de bebé y era un fanático de la música.
Sentía que cada vez lo conocía un poco más y su personalidad era tal vez demasiado llamativa. Jungkook siendo mi estudiante era demasiado inteligente y atento, entendía todo y todos sus trabajos siempre eran excelentes.
Y no lo decía la parte de mí que sentía que quería estar con él veinte horas al día besándolo.
La conversación se tornó algo infantil porque terminamos hablando de cosas de cuando era pequeño y sus padres no lo dejaban jugar demasiado con los revoltosos de sus vecinos, y cuando preguntó qué había pasado de bueno en mi niñez me mordi el labio pensando.
No me gustaba mirar atrás, y había evitado aquel tema por mucho tiempo porque mi niñez era un tema sensible para mí, pero al tener a Jungkook a un lado mirándome con ojos de cachorro se me hizo difícil.
—Bueno... Cuando era pequeño solía dormir, comer, salir y hacer casi cualquier cosa con un oso de peluche —Murmuré divertido. —. Me lo regaló mi madre, y sólo eso lo hacía especial. Cuando me mudé se perdió y bueno, ya nunca lo pude volver a ver.
El chico a mi lado me escuchó atentamente y se levantó sacudiendo su pantalón y atravesándose en el panorama sonriendo y moviéndose lentamente como un niño.
—¿Qué haces?—pregunté divertido ladeando la cabeza.
—Te muestro cómo bailo —dijo obvio. Su sonrisa hacia que pareciera un conejo, y juro que nunca había visto a alguien así de lindo. Era espontáneo, y por alguna razón me gustaba que fuese así.
El Sol se estaba poniendo y él no dejaba de moverse lentamente a un ritmo que nunca supe muy bien cuál era, pero sabia que el niño tenia demasiado talento y que me gustaba verlo bailar.
Algún día me tiene que dar un baile privado.
—¿Entonces? ¿Te gustó? —preguntó con el pecho subiendo y bajando lentamente y yo asenti con una risilla. —. Eso era take your down —dijo moviendo su cabello. —. En la preparatoria baile con unos amigos.
—Es buena —dije asintiendo. —. Tienes talento para el baile, Jungkook-ah. ¿Alguna vez pensaste dedicarte a la danza?
Él pareció pensarlo bastante y luego se volvió a sentar, pero de frente y más cerca de mi. —Sí pero eso es algo más difícil. Además, mi papá se volvería loco
—¿Otra vez con eso? —pregunté mirándolo fijamente. —. Ya habíamos hablado sobre eso, nene. No puedes dejar que nadie te diga qué hacer, ya tienes una edad y puedes tomar decisiones tú sólo porque es tu vida y tú decides qué hacer.
Él desvió la mirada mordiendo su mejilla interna y jaló la grama en sus dedos en un acto nervioso. —Tú me das órdenes.
—Estás cambiando el tema —dije ladeando la cabeza buscando su mirada, más no la conseguía.
—Lo sé —murmuró suspirando. —. Es sólo... No quiero empeorar las cosas con mi padre, Taehyung.
—Él tiene que entender, Jungkook. Eres un chico con mucho talento para muchas cosas y ahora mismo estás estudiando y haciendo cosas que sólo complacen a tu papá cuando deberías estar conquistando al mundo y mostrándole tus múltiples talentos y brillante sonrisa —dije levantando su cara suavemente. Sus ojos brillaron y pasó la lengua por sus labios.
—No deberías decirme estas cosas —dijo frunciendo las cejas. —. Hoy es nuestra primera cita, nos estamos conociendo y tú pareces leerme como a un libro.
Yo solté una risa y eleve mis comisuras. —Porque te entiendo, Jungkook. Veo en ti mucho de mi —dije levantando los hombros. —. Somos iguales, hemos pasado por lo mismo y yo sólo espero que al final de todo esto tomes decisiones por tu cuenta y seas muy feliz.
No supo qué decir ante eso, su silencio era respuesta suficiente para mí. Él sabía que estaba en lo correcto. Sus piernas se ubicaron encima de las mías y besó mis labios de forma lenta y sensual, y me gustaba más si jalaba de mis cabellos como lo estaba haciendo.
Jungkook era muy adictivo, su sabor, sus movimientos y todos sus gestos me encendían demasiado y parecía quemarme con su toque suave.
Pero ahora tenía un lío mental, porque no sabía qué me gustaba más. Si sus besos, o su sonrisa de niño. Muy mal.
Voten y comenten ^^
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Tócame | Vkook+18
FanfictionKim Taehyung era el dulce profesor de literatura, un hombre culto y lleno de tantas cosas buenas como malas. Su clase en la universidad de Seúl era de literatura, y no había nada que le gustara más que enseñar eso. Él era lo contrario a problemas...