La hija del merodeador

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Estaba sentada en el sofá escribiéndole a mi padre, ha pasado más de una semana desde que el tío me dijo que podía mandarle cartas, pero el problema es que o no tenía tiempo o escribía algo, no me gustaba y lo tiraba o me interrumpian.

"Querido papá..." No, no esto no es muy yo, arrugo el papel y lo aparto

"Querido Sirius..." ¡No! Suena como si fuera un extraño

"Hola papá... " Si, esto es más yo

Cuando voy a continuar llegan los gemelos y se sientan a mi lado.

—Hola enana —dicen a la vez

—¿Qué haces? —pregunta Fred

—Lo que llevo intentando hacer una semana —digo mirándolos

—Solo se tu misma —habla George

—Si, seguro que a tu padre no le importa, solamente le importará que le escribas —dice Fred y asiento

"Hola papá,
Siento haber tardado en escribir, es que no sabía muy bien cómo hacerlo, bueno, lo primero quiero que sepas que yo te creo y que es injusto que estés ahí. Lo segundo es que encontré el mapa, junto a los gemelos Weasley, seguimos intentando abrirlo ya que el tío no me ha querido decir como se abre. Espero que no lo estés pasando muy mal... Sabes, estoy intentado ser animaga, quiero ayudar al tío. Casi se me olvida lo más importante, soy Gryffindor como tú, me da igual lo que digan, no me da vergüenza ni miedo decir que soy una Black, es más estoy orgullosa de serlo. Mi profesor de Pociones es Quejicus y la de transformaciones Minerva, te echo de menos y quiero verte. Te quiero papá. Un abrazo, Alba Black "

Suspiré sonriendo y ambos gemelos pusieron la mano en mi hombro. Cerré la carta y los tres fuimos a la lechuceria, le entregué a Night la carta y se fue. Mi lechuza era negra con los ojos grises, de ahí el nombre.