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—Yo me voy a quedar un rato aquí —digo sentándome en el sofá

—Esto... George, tenemos que devolverle una cosa a Cedric, acompáñame —dice Xia y se van, Fred se sienta a mi lado y lo miro de reojo

—Fred... Nunca quise dejarte, te quiero, muchísimo —digo y me mira sonriendo, me abraza y yo cierro los ojos

—Yo también te quiero, muchísimo, muchísimo Alba —

—Entonces... Esto... —el se separa y sonríe

—¿Quieres volver a ser mi novia Alba? —pregunta y asiento con una sonrisa

—Nunca he querido dejar de serlo Fred —el se acerca y me besa poniendo las manos en mi cintura, yo pongo las mías en su cuello y nos besamos, no se hace una idea de cuanto he necesitado este beso

Al día siguiente

Me despierto con un peso en el hombro y al girar la cabeza veo a Fred dormido en mi hombro, abrazándome y con una sonrisa, le acaricio el pelo y veo a George terminando de ponerse la corbata.

—Te quedaste dormida y te subió, Xia te quería llevar con ella pero no puede contigo, ¿como estás? —dice y sonrío

—Ahora genial —digo mirando a Fred

—Me alegro, bueno, le digo a McGonagall que Fred está malo, y tú como tienes que hacer reposo... —se ríe y sale de la habitación, yo vuelvo a mirar a Fred y le doy un beso en Li a cabeza

Dos horas después

—Alba... Por favor no... Yo te quiero... Alba... —susurra Fred y le cae una lagrima, lo miro

—Fred... Freddie... —susurro en su oído y él abre los ojos

—Mi chiquita... —susurra y me abraza más fuerte

—Mi niño —susurro y le doy un pequeño beso

La hija del merodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora