Me llaman Mafia (#3 Hijos de la Mafia)

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Valentina en multimedia

Valentina:

Mi verdadera historia empieza el día en que fui comprada por Massimo Gabbana y lo que me llevo a convertirme en la persona que soy ahora.

Pero aún es muy pronto para hablar de eso...

La puerta de la habitación me la abren dos hombres, es amplia como si fuera una sala, mucho más amplia que el pequeño lugar donde vivía con mis padres.

Si ellos iban a tener lujos como estos y su vida seria así, entiendo perfectamente como la codicia los llevo a vender a su única hija.

—Por favor instálate.—Me dice el hombre detrás de mi, quien no se a separado ni un solo segundo de mi lado.

Incluso a esta pendiente de mi más que el hombre que me compro, del quien lo único que se es su nombre.

"Massimo"

—Don se encuentra de viaje hasta el viernes, así que me ordeno decirte que se disculpa porque vayas a cenar sola.

Alzo una ceja.—¿Don?

—Massimo.—Me aclara.

—Vaya, si que es un hombre respetado ¿No?.—Le pregunto.—¿Todos se refieres así de el?

—Estoy seguro que el preferirá que lo llames Massimo.

Trago saliva.

—Te avisare cuando la cena este servida.

Ni si quiera se presenta conmigo y sale de la habitación.

(*)

Saco cada una de mis pertenencias de mi maleta y ahora que lo pienso, no sé porque traje todo esto conmigo.

Nada de ese lugar me pertenece.

Menos ahora...

Saco la ropa y la coloco sobre la cama, me tomo toda la tarde para arreglar las cosas que traje conmigo y elegir un lugar de la habitación donde ponerlas.

Y cuando está oscureciendo, vuelven a tocar la puerta.

—¿Señorita puedo pasar?

No respondo, pero me acerco a abrir.

Es una de las mujeres que vi de camino por toda la mansión, tiene la cena en una bandeja, una cena muy bien elaborada y detrás de ella esta ese hombre.

—Gracias, Monica.—Le dice.—Déjala sobre la cómoda.

Ella hace una señal de reverencia y sale de la habitación.

—Ya que no estas familiarizada aun, creí que debías cenar aquí mientras Don no este.—Me dice con una expresión seria.—Pero cuando el regrese debes almorzar y cenar todos los días con él.