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Valentina:

Abandono el edificio y bajo las gradas hacia la salida, de saber que la mujer con la que se acostaba estaba aquí, hubiera desistido de acompañarlo.

Si no es mucho con lo que me ha hecho.

Se sigue esforzando en humillarme.

Me tuerzo con el taco y el dolor es intenso, me detengo y me siento sobre la grada, no he llamado la atención así que intento masajear mi pie y mi tobillo, posiblemente mañana ni pueda caminar.

Siento una sobra a mi lado y resulta ser la suya.

Massimo baja una grada y se para delante de mí, se agacha para buscar mi mirada.

—¿Puedes caminar?

No le respondo.

Entonces él me sujeta en brazos levantándome y mis ojos se abren, todos los ojos quedan sobre nosotros, Massimo me lleva al coche y se sube también mientras yo me alejo, le pide a su chófer que nos lleve de regreso a la mansión.

Cuando finalmente estamos en casa, puedo quitarme los zapatos y caminar despacio, pero el vuelve a tomarme en brazos y se dirige a la cocina.

—No hace falta.—Le digo.

Me ignora y le da una orden a Mónica.—Que lleven hielo y unas franelas.

Mónica dibuja una línea en sus labios.—Enseguida, señor.

Massimo me lleva a la habitación y me sienta sobre la cama.

—No hace falta.—Le repito.

Me toma del pie y tira de el despacio, comienza con unos masajes mientras yo no puedo apartar la mirada de él.

A los pocos minutos, una de las chicas de servicio viene con una fuente con hielo y franelas, Massimo le agradece y le pide que se retire.

El envuelve el hielo con la franela y la coloca sobre la hinchazón, me he torcido el pie tan fuerte que parece como si el hueso hubiera salido.

—Vas a necesitar estar en cama los próximos 4 días, quizás 5.—Me asegura.

El sigue haciendo presión con el hielo en mi pie

—¿Cómo lo sabes? No eres médico.

—He curado mis propias heridas.

No respondo y dejo que continúe.

—Termine con ella.

Lo observo.

—Con Chiara, no me sigo viendo con ella, así que no tienes que preocuparte por eso.—Me asegura.

—No lo hacia.—Respondo.—Eres libre de hacer lo que quieras, Massimo.

Lo observo pasar la saliva, su mirada baja luego de soltar mi pie.

—Solo quería que lo supieras.—Sigue a pesar de lo que le he dicho.—Me ayudo en momentos difíciles y..

—¿Y a cambio le diste sexo, no? ¿Vas a decir eso?

El guarda silencio.

No esperaba atinar.

—¿Por qué me dices todo esto, Massimo?

Ni siquiera debería decir algo.

—Porque no quiero que haya malentendido.

Sonrio.—¿Por qué habría un malentendido? Nosotros no..

Sus ojos me miran con esa misma expresión dolida.

—No tienes que decirme nada porque no tiene sentido.

—Tiene sentido para mí y es suficiente.

—¿Por qué iba a tenerlo?.—Niego y siento mis ojos arder.—Massimo...

—Porque te amo.

Mi corazón se detiene.

—Te amo, Valentina.

—P- pero.. —Tartamudeo y siento las lagrimas en mis ojos.—¿Qué estas diciendo?

—Estoy diciendo que te pedí que me amaras, pero quien se terminó enamorando fui yo.

¿Por qué me dice esto?

—Y ahora sé que por mi culpa jamás estaremos juntos.—Me dice y puedo sentir el dolor en su voz, en todo el.—Ahora sé que nunca podrás perdonarme.

Las lágrimas caen por mis mejillas.

—Pero eso no cambia lo que siento.

—Massimo.

—Te amo, Valentina y siempre voy a amarte, sin importar que.—Me asegura, me promete, el me lo jura.

Su mirada se ve muy honesta.

—Aun si decides odiarme toda tu vida, aun si eso sucede, yo nunca voy a dejar de amarte, Bella Ragazza.




Hola...

Vivir con el dolor y saber que la persona que amas jamás va a corresponder, es el castigo con el que tendrá que vivir Massimo.

O quizás, solo uno de ellos.

Serán 30 capítulos.

>>Yiemir.

Me llaman Mafia (#3 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora