Massimo:
No me mira a los ojos.
No lo hace.
Ella sigue sin mirarme a los ojos.
Y ni siquiera tolera mi presencia.
Ya sea encontrármela por los pasillos o en el mismo jardín con el que ella se ha distraído, Valentina solo da media vuelta y escoge otro camino o simplemente se marcha apenas me nota.
—¿Acaso Valentina no va a sentarse a la mesa a desayunar?
—No quiere compartí mesa contigo, Massimo. —Me responde Francesco.
Mis manos se forman puños sobre la mesa, cojo la servilleta blanco y me limpio la boca al acabar, me pongo de pie y doy la orden.
—¡Monica!
Francesco, me pregunta.—Massimo.. ¿Qué haces?
—Señor..
Ella llega con su expresión tímida.
—Monica, desde este momento prohíbo que le lleven comida a la habitación de Valentina.
—¿Lo prohíbe, señor?
Franceso me eleva la voz.—¡Massimo!
—Si no va sentar a comer conmigo. —Pongo los ojos en el. —Entonces que se muera de hambre en su habitación.
Salgo del comedor y me dirijo hacia la oficina.
Valentina:
—¿Eso dijo, Massimo?.—Pregunto ingresando a la cocina.
Monica asiente con la cabeza.
—Lo siento, señorita.
Bajo la mirada.
Monica me extiende un poco de fruta.
—¿Qué..
—Dijo que no podía llevarle de comer, no que usted no pudiera venir y tomar lo que quisiera.
—Monica..
Ella sonríe. —¿Te sirvo un poco de comida, Valentina?
Asiento con la cabeza. —Gracias.
Massimo:
—Quieres que te ame, pero haces todo lo posible para que te odie. —Dice Francesco a mis espalda.
—¿Acaso puede odiarme más de lo que ya lo hace?
El no me responde, me vuelvo hacia el.
—¿Puede hacerlo?
Ni siquiera mi consejero tiene una respuesta que darme.
No puedo estar aquí.
—Voy a salir.
—Massimo.
—Volveré tarde, puedes decírselo a Valentina. —Respondo. —De esa forma podrá caminar libremente por la casa sin tener que evitarme
(*)
—Hoy no estas muy apasionado, Massimo. —Me dice Chiara mientras sus manos recorren mi espalda desnuda, siento sus uñas apretar.
Me besa la mejilla y mi rostro se gira en su dirección, ella sonríe y me besa deslizándose debajo de las sabanas hasta llegar a mi, le devuelvo el beso y me subo encima de ella.
Observo su rostro y detesto ver su cara.
—Date la vuelta.
Una sonrisa vuelve a cruzar sus labios, Chiara se ríe.
—Date la puta vuelta. —Le ordeno y ella lo hace riéndose.
Me ubico detrás y empujo haciéndola gritar.
—Oh mierda, Massimo.—Gime.. —Massimo.. Massimo.. joder joder..
Le cierro la boca con mi palma.
Aun así, Chiara no deja de gritar por el placer que le provoco.
Me desquito con ella y ambos terminamos complacidos.
(*)
Quiero verla...
Necesito verla...
—¿Qué debo hacer, Francesco?.—Le pregunto, así de patético sueno. —¿Qué mierda debo hacer?
—¿Lo que deseas escuchar o lo que debes hacer, Don?
Aprieto los puños.
—Ambos sabemos que lo que debes hacer es alejarte.
Mis puños se abren.
—Pero los dos sabemos que no vas a hacerlo.
Trago el jodido nudo en mi garganta.
—Ganatela. —Me responde. —Si tanto deseas su perdón, intenta ganártela.
Aprieto los puños.
—Pero hazlo bien y aprende a conocerla, no seas Massimo Gabbana, el hombre frió traficante de armas. —Me dice. —Solo se tú.
—¿Demostrar debilidad con mi mujer? ¿Esa es la forma?
—Mientras pienses así seguirás alejándola más.
—Tengo una pregunta para ti. —Le digo.
—Dime, Don.
—¿Realmente piensas que ella puede personarme?
No responde.
—No lo hará. —Pronuncio seguro. —Sabes que no lo hará.
¿De que sirve intentarlo si ya se la respuesta?
—En tu situación es lo único que te queda hacer, Massimo.
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Me llaman Mafia (#3 Hijos de la Mafia)
RomanceValentina Ferrer tiene un carácter fuerte, motivo por el cual a sabido sobrevivir, incluso cuando se entero que sus padres la vendieron a un hombre como Massimo Gabbana. Contra su voluntad, ahora se encuentra en cautiverio. Y la única ruta de escap...