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Valentina:

Sus manos han sido toscas y mi cuerpo sentía sensaciones contradictorias en ese momento, mientras una parte deseaba que parara y mi mente lo odiaba, la que se desconectaba de ella se sentía extrañada y sorprendida porque ningún hombre me había tocado de esa forma.

Sin embargo, la sensación que más sentí en ese momento fue miedo.

Solo miedo.

—Felicidades. —Me dice Francesco mientras riego las plantas. —Por el jardín.

No sabes a que costo lo obtenerlo..

—Difícilmente alguien puede ganarle a Massimo, así que es un logro. —Me dice y otra vez me felicita. —Felicidades.

—¿Qué deseas, Francesco?

El sonríe.

—Empiezas a entender.

—Solo es prestar atención.

—¿Qué es lo que deseas?

—Hoy vendran algunos hombres a cerrar tratos con Massimo.

—¿Una reunión?

—Lo es y seria preferible que te quedes en tu habitación.

—¿Ordenes de tu Don?

—No. —Responde. —Una sugerencia.

Abro los ojos.

—Para evitar algún inconveniente durante la reunión y Massimo no haga una escena. —Me asegura, — Pero sobre todo, no creo que te guste cruzarte con alguno de esos hombres, Valentina.











(*)










Permanezco en la habitación todo el tiempo que tarde la reunión, aunque es algo aburrido al inicio, al menos Francesco me hace compañía por unos minutos.

—¿Un gato?

Asiento con la cabeza.

—Massimo es alérgico a los gatos.

Una razón más para tenerlo alejado.

—Tendría que consultarlo con él. —Me hace saber. —Sabes que cada decisión la toma el.

—Entonces no se lo digas.

Francesco abre los ojos. —Es obvio que dirá que no.

Suspira y su móvil suena.

—Parece que la reunión acabo.

—Genial, por fin puedo tomar un baño.

Salgo de la habitación y antes de cruzar la puerta, lo escucho.

—Valentina.

Me vuelvo hacia él.

—Se lo diré, tal vez Massimo pueda sorprenderte. —Me asegura y lo único que sé es que las clases de cosas que pueden sorprenderme solo son las malas.








(*)








Regreso a la habitación luego del baño, me quito los zapatos dentro y me acerco a la cama para colocarme la ropa que elegí.

Mi ropa no está y veo la silueta de Massimo en la esquina.

Suspiro agotada.

—Massimo, te he dicho que no..

—Pero que tenemos aquí...

Me congelo.

La silueta poco a poco se aclara en medio de la oscuridad, no es Massimo.

Es más, ni siquiera se quien sea.

Ese hombre se acerca a mi mientras yo aferro la toalla contra mi cuerpo, intentando cubrirme por completo, su mirada me recorre.

—Massimo te ha tenido muy bien escondida, preciosa.

El corazón se me acelera mientras mis pasos retroceden.

—¿Quién eres?, —Me pregunta, pero estoy tan preocupada por la situación que no respondo.

Massimo...

Voy hacia la puerta, pero ese hombre me detiene.

—¿No te han enseñado a responder cuando alguien se interesa en ti?

Trato de soltarme y lo logro, pero me empuja tirándome con fuerza al suelo, me giro y me arrastro hacia atrás igual que un cangrejo mientras él acerca cada paso hacia mí, su mirada va hacia mi cuerpo y me acabo de dar cuenta que la toalla se me ha caído un poco mostrando mis senos.

—Vaya, tengo un premio mayor conmigo.

Dios no...

El lleva las manos a sus pantalones y se lo desabrocha, el pánico me cruza el corazón.

La puerta se abre.

Y la cara de ese hombre cambia, al igual que el de Massimo cuando me ve tirada sobre el suelo con la toalla cayéndose por mi cuerpo.

Ese hombre es el primero en hablar con voz temblorosa.

—Massimo..

Massimo conecta todo, desde mi en el suelo, ese tipo con las manos sobre su erección y sus pantalones abiertos.

Entonces nunca vi una sonrisa como la que tiene ahora en su rostro.

Y solo agrega una frase dirigida hacia ese hombre.—Hai appena condannato la tua vita, spazzatura

Me llaman Mafia (#3 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora